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Con un comunicado que cuestiona la realidad que atraviesa el país y la propia vida consagrada, culminó ayer la asamblea de religiosos y religiosas que comenzó el martes en el Colegio Teresiano. En el mensaje, los consagrados exteriorizaron su solidaridad con los afectados por la creciente de los ríos y criticaron el ausentismo de las instituciones gubernamentales “muchas veces negligentes, partidizadas, con desprecio a la dignidad de los pobres y sus organizaciones”.
Cuestionan igualmente el modelo económico que prioriza el lucro en el país, sobre la protección de la naturaleza, la vida de los campesinos e indígenas. Agregan que esta situación estructural solo produce miseria, pobreza y hambre. En el documento, reclaman igualmente urgentes y necesarias reformas en las áreas fiscal, agraria, judicial, política y electoral.
Autocrítica
A la luz de los últimos acontecimientos que sacudieron a la Iglesia y que produjeron enfrentamientos y divisiones que “avergüenzan”, los religiosos consideran que esta institución también necesita conversión.
Para superar estos males, los religiosos cifran sus esperanzas en la capacidad del pueblo de enfrentar dificultades e injusticias, sin perder la confianza y el ánimo para luchar soñando tiempos mejores. Cifran sus esperanzas en los niños y los jóvenes, capaces de sorprender con iniciativas y propuestas renovadoras y afirman que entre ellos destacan las nuevas generaciones de la vida religiosa. Apuestan igualmente a la idea generada por el papa Francisco de que la Iglesia universal sea misionera y que la iniciativa de enviar visitadores apostólicos “ayude a encontrar la mejor solución al actual conflicto eclesial” entre obispos.
Finalmente, asumieron el compromiso de seguir denunciando las causas de la pobreza y exigir que se realicen cambios estructurales para una justa y equitativa distribución de los bienes.