Colegio de San José, casi un siglo de brillo

El Colegio de San José cumple hoy 99 años. Desde su fundación, el 4 de julio de 1904, ha sido una institución que refleja en su historia el devenir de este país durante todo el siglo XX. Era un centro donde se gestaron intelectuales, patriotas y héroes.

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De la efervescente vida de colegio y las vivencias de aquellos días nos habla con impresionante lucidez el padre César Alonso de las Heras, una memoria viviente de la institución.

El padre César Alonso de las Heras cumple 90 años en diciembre. Tiene a flor de labios mil historias que contar. Relatos, anécdotas y recuerdos ha ido tejiendo en la mente durante 64 años en el San José, adonde llegó un lluvioso día de febrero de 1940. Hacerle una pregunta sobre el colegio es darle cuerdas para que empiece a hablar...

- ¿Qué significa para Ud. que el Colegio de San José cumpla ya 99 años?
- A veces hago un recuento y voy juntando datos, desde la fundación a iniciativa de Mons. Juan Sinforiano Bogarín, quien le pidió al papa León XIII y este lo encomendó al cardenal Rampolla. El cardenal escribe a nuestro superior general que por favor atienda la necesidad de que hay que hacer un colegio en el Paraguay. Incluso, fueron enviados dos sacerdotes en el año 1902 para ver que era de "este pobre Paraguay", y pobre está bien dicho aquí porque había pasado muy poco de la Guerra contra la Triple Alianza y la población no llegaba ni a un millón en todo el país.

Hace unos años recuperé el diario de viaje que escribió uno de esos dos sacerdotes que llegaron desde Buenos Aires. Tardaron ocho días, en barco, a pie, etc. Es simpático y habla por ejemplo de lo imponente que es el cerro Tacumbú -que ya no existe- y "no digamos", dice, del cerro Lambaré. Como conozco bien todo eso ahora, pienso y digo "pasaron 100 años". A veces me digo a mí mismo: "¡Dios, cómo me gustaría llegar a los 100 años!" y pareciera que Dios me lo permite.

- ¿Cuál ha sido el aporte fundamental del colegio en sus inicios?
- Primero, la defensa de la fe. Había, a principios de siglo, un grupo selecto de gente muy intelectual, pero anticlerical que se iba formando en el Colegio Nacional (de la Capital) y en la Universidad Nacional, que tampoco hacía mucho funcionaban. Entonces, Mons. Bogarín quería una formación realmente religiosa. Lo tomaron tan en serio que hasta hubo momentos allá por los años ‘16 y ‘24 en que había reuniones en la plaza Uruguaya y hasta se podían ver verdaderos "zoquís" de unos contra otros.
Los primeros bachilleres salieron de aquí en el año 1913 y en 1917 ya habían fundado la Asociación de Ex Alumnos. Eran francamente brillantes en todo sentido, de una personalidad profundamente cristiana. Desde el año 1911, la Academia Literaria también había empezado a darles un toque de mayor intelectualidad. Desde entonces, la academia no paró hasta los dos últimos años de la Guerra del Chaco. En 1935 había que retomarla y para eso llego aquí en el ‘40.

- Una verdadera labor literaria e intelectual, ¿no?
- Como decía, hubo por un lado un aporte verdaderamente cristiano, espiritual, reconocido cuando los 25 años y cuando los 50 por todos los obispados y los pueblos... En el interior nos conocían como "paí San José". Después, está el trabajo intelectual, pues han salido de aquí brillantes personalidades.

Otro gran aporte, a pesar de la diferencia de pensamiento político, es que el colegio siempre tuvo el sentido de una gran amistad. Tal es así que las siglas de los ex alumnos son el FVD (Fiat Voluntas Dei) -que significa "hágase la voluntad de Dios", el lema de nuestro fundador- y ATA (Amistad, Tolerancia y Ayuda). El FVD -entre paréntesis- durante un tiempo la gente solía decir "Fraile Bigote Duro".

- ¿Qué recuerda del padre Marcelino Noutz, el autor de Patria Querida?
- Era un gran intelectual y un gran humanista (murió en 1962). Me quedé sorprendido cuando hace dos o tres años vino alguien de la Argentina a decirnos que lo que hay que hacer es "enseñar a pensar a los alumnos". ¡Cómo es posible que nos digan esto ahora, si hace tantos años lo único que hacíamos era enseñarles a pensar y en eso el padre Noutz era un precursor.

En sus clases de historia, por ejemplo, decía a los alumnos: "No se olviden que tal día hay examen de historia. De los temas no se preocupen y hasta pueden traer el Diccionario Espasa, si quieren". El día fijado dictaba un solo tema para todos: "Carlos V deja el Imperio y se refugia en el Monasterio de Juste ¿Qué meditación hace la primera noche que se encuentra solo?". Eso era todo el examen de historia, pero allí había que carburar, pensar y redactar.

¡Los alumnos hacían tres o cuatro páginas! y para tener un 8 con él había que ser brillante. Recuerdo que estaba entre sus alumnos Jerónimo Irala (Burgos), de la Corte Suprema de Justicia, quien siempre se destacaba por estudioso y buenas notas. De todas maneras, era un grupo excelente, brillantes todos, y las notas no se daban así nomás. Si alguno de ellos se presentaba a protestar, él les decía: "Voy a poner en los escaparates de la casa Rius & Jorba (en calle Palma) el examen de Irala y el suyo, y lo que diga la gente, yo voy a poner como nota".

- Una buena estrategia...
- Por otro lado, el padre Noutz era un poeta, extremadamente sensible, y tocaba además el armonio. Mientras la gente entraba a la iglesia él hacía sus firuletes en el órgano. Alguien preguntaba por allí qué libro usaba, pero nada, él inventaba.

Otra cosa de él es que había mucha disciplina en el colegio. Una vez, en cierta clase cuando aún no estaba llegando el profesor, él pasaba por allí y entró al aula. Preguntó a los alumnos "¿qué están estudiando?" y estos le dicen: "Trigonometría". Entonces les dice: "A ver por dónde andan. ¡Fulano, a la pizarra, a ver, haga tal problema!". Y de sopetón nomás. Era competente en todo.

- ¿Por qué estas historias no están en ningún libro?
- Tengo que publicar un día. He logrado recoger de él (padre Noutz) una cantidad de manuscritos, poesías, algunos de sus discursos con acotaciones de su puño y letra. En el año ‘36 predicó después de la procesión de Corpus Christi e hizo el sermón por escrito. No tenía ningún contenido político, pero escribió algo así como sobre "paz y justicia". Era la época en que pasó la revolución de (el coronel Rafael) Franco. Arriba con lápiz puso "dos días después, exiliado". Es que le exiliaron con el padre Pucheu.

- Ahora hablemos de Ud. cuando era director del colegio. ¿Qué recuerda?
- Estuve del ‘53 al ‘59, en una primera ocasión y luego fui director con 72 años en 1985. Pero esa segunda dirección me costó un riñón. Hubo un problema serio porque durante muchísimo tiempo, en este colegio, cualquier cosa que ocurriera, desde el barrendero de la esquina hasta el presidente de la República, todos venían a pedir cuentas. Como no se podía solucionar todo y lo tomaba muy a pecho me dio un estrés enorme, tuve un derrame de sangre, me operaron y me sacaron un riñón. Durante el reposo grababa el toque de la clarinada de las mañanas, pero a los tres o cuatro meses me dijeron que había que dejar la dirección. Así que fui director real solo un par de meses, la segunda vez.

- ¿Cuál fue el más importante acontecimiento del colegio bajo su dirección?
- El cincuentenario del colegio, que fue un éxito colosal. Hubo actos en el Teatro Municipal y un gran desfile que incluía desde los más ancianos -que iban de brazos en primera fila- hasta los más pequeñitos. Se desfiló desde la plaza Uruguaya hasta el Oratorio (Panteón de los Héroes).

Además, el colegio siguió manteniendo esa especie de influencia. En esa época no se hacía nada sin el colegio, hasta las reuniones de los curas párrocos que íbamos adonde nos requerían. Pero, si bien la Revolución del ‘47 cortó mucho, siguió con gran ahinco el estudio.
-¿Qué ex alumnos se destacaron?
- De esa época surgieron grandes profesores de la Facultad de Medicina y de Derecho. No tuvimos ex alumnos gobernantes, entonces, porque en el año ‘54 ya asume Stroessner. Ministros, tuvimos muchos. Hubo una época con (Higinio) Morínigo en que llegó a haber seis ministros ex alumnos del San José.

-¿Stroessner envió a sus hijos aquí?
- Los hijos de Stroessner (Gustavo y Freddy) estaban en el colegio y con la ventaja de eso de la amistad nunca hubo un problema de relacionamiento con sus compañeros. Ni el presidente hizo problemas al colegio... Una sola ocasión me llamó por teléfono para decir: "Mire padre, yo con toda discreción quiero pedirle, si es posible, que a mi hijo, si alguna vez tiene que quedarse castigado hasta las 19:00, como es invierno y siempre está la preocupación de que son los hijos del presidente, pueda quedarse dos veces hasta las 18:00, en lugar de quedarse una vez hasta las 19:00". Esto indica el gran respeto que había de todos hacia el colegio.


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