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La empresa admitió ayer a siete de los ocho despedidos. No trascendió el nombre del chofer que quedó sin trabajo. El mismo supuestamente podría trabajar en otra línea.
La huelga comenzó el 24 de julio y el 8 de agosto comenzó la huelga de hambre de cinco choferes. Unos días después comenzaron las “crucifixiones” en la vereda del local de Línea 30, situado en el barrio Bella Vista de Luque.
El gerente de la empresa, Aufredi Paredes, quien ayer ya no atendió su celular, no se había presentado a la tripartita del 19 de este mes y alegó falta de garantías.
Manifestó que los choferes le habían amenazado con agredirle. Recordó que el 10 de setiembre pasado efectivos de la Policía Nacional tuvieron que usar la fuerza para permitir que representantes de la empresa y funcionarios del Viceministerio del Trabajo pudieran salir del local.
César Ruiz Díaz, gerente de la Central de Empresarios del Transporte del Área Metropolitana (Cetrapam), informó ayer que participó de la negociación.
Manifestó que este gremio intercedió en el conflicto a pedido de los socios. Señaló que se llegó a buen puerto porque la línea tuvo “consideración social” con los choferes, según pedido hecho por Horacio Cartes. El Presidente solicitó llegar a un acuerdo, precisó.
La empresa se sintió presionada por el Gobierno y por Cetrapam, ya que los choferes habían amenazado con una huelga general.
Desmanes y perjuicio
El conflicto comenzó en abril pasado cuando la empresa despidió a los miembros de la comisión directiva del sindicato, entre ellos Oscar García, Félix Agüero y Sergio Cardozo. Otros cinco choferes, sin estabilidad laboral (menos de diez años en la empresa) también habían sido despedido. Paredes siempre había negado que los despidos fueron por querer destruir el sindicato.
El 10 de setiembre se hizo la última reunión tripartita en el Viceministerio entre las partes, pero no llegaron a un acuerdo. Los choferes radicalizaron la huelga de hambre, algunos se cosieron la boca y las crucifixiones.
En la mañana de ese día, la línea denunció que los sindicalistas rompieron parabrisas de unos 25 ómnibus.