Cerwuis, el chamacoco que en 1908 pisó Europa

Cerwuis era un joven guerrero chamacoco que se había quedado sin familia a raíz de las guerras tribales en el Chaco. En 1908, se topa con el explorador checo Alberto A. Fric en un puerto sobre el río Paraguay y emprende con él, en un intento por salvar a su pueblo de una extraña enfermedad, un inédito viaje a Europa. En otras entregas ya contamos parte de la historia de Fric en Paraguay, donde en 1905 se unió a la india Lora-y, dando origen a los “checomacocos”, que hasta hoy viven en Pto. Esperanza.

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Cuando Alberto Vojtech Fric conoció, hace hoy más de cien años, a quien luego sería su compañero de viaje por el mar y por una buena parte de Europa hasta llegar a Praga, de donde era originario el explorador checo, el guerrero indio se presentó con tres nombres: Cerwuis Piosad Mendoza. Estaban en Pto. Diana (Chaco), entonces un sitio de población casi exclusivamente indígena y donde Fric había hecho amistad a través de sus travesías fluviales, tanto con los chamacocos como con Rudolf Hafflinger, un suizo que vivía allí con una esposa originaria de la referida etnia.

Los detalles de esta historia fueron escritos por el propio Fric años después y comenzaron a aparecer por capítulos en una revista checa en 1943, pero la escasez de papel y la II Guerra Mundial cortaron la publicación. Además, el autor fallece en diciembre de 1944. Sus textos sobre la inédita aventura de Cerwuis (se pronuncia “cherwuish”) en Europa, que duró un año (1908-1909), por suerte perduraron en los archivos familiares y 50 años después fueron rescatados para su publicación en 1993 por su nieto Pavel Fric y la esposa de este, la editora Yvonna Fricova. Hubo una segunda edición ampliada en el 2000 y una tercera en 2011, todas en idioma checo. Justamente, dichos descendientes entregaron a nuestro diario, en una reciente visita a la capital checa, documentos respecto a los antecedentes de esta -para nosotros- desconocida travesía europea de un indígena paraguayo.

Por aquel tiempo, los viajeros del río Paraguay se trasladaban, preferentemente, en un barco a vapor de nombre “Fortuna”, que pertenecía a dos hermanos a los que Fric identifica con los “Vierchi”. Fue justamente en el “Fortuna” que Fric arribó a Puerto Diana y posiblemente en el mismo barco hizo tiempo después el camino de vuelta, ya también con Cerwuis a bordo, rumbo a Concepción primero y después a Asunción.

Al viejo mundo por Buenos Aires

En otro vapor, Fric y Cerwuis llegaron luego de Asunción a Buenos Aires, y tras unos días de gestiones previas embarcaron en la nave de ultramar austríaca “Sofía Hohenberg”, cuyo capitán tuvo un trato amigable con ambos, según cuenta el viajero checo: “Anoté a bordo de la nave al ‘cacique’ (Cerwuis) como su sirviente. Así pagará por él sólo alojamiento en el entrepuente, pero él tendrá acceso a los camarotes y a la cubierta superior. El cocinero va a ocuparse de él”.

Según el relato de Fric sobre el mismo viaje, “la Sofía Hohenberg tardaba casi un mes en cruzar el gran charco. Al inicio del viaje, Cerwuis se mareó, pero parecía que el viaje le hacía bien, tanto como la regular alimentación marina. El cocinero, al que ayudaba, trabó amistad con él y de alguna manera se entendía con él, como también con el resto de la tripulación. Yo no me ocupaba demasiado de él. Aproveché el mucho tiempo que tenía para tratar las placas fotográficas de mis viajes. A Cerwuis lo veía todas las madrugadas cuando me traía en el camarote el mate y, después, durante el cuarto de hora que dedicábamos al entrenamiento. Esto me trajo un provecho con el cual no había contado: expulsó a los otros tres viajeros con los que yo compartía el camarote. Eran personas ricas que habían alquilado un camarote de cuatro camas solo por tacaños, mientras yo realmente tenía que ahorrar (...). Y así que prefirieron pagar un precio más alto y, por fin, se mudaron de habitación. Yo me extendí a todas las evacuadas camas y clasifiqué mis colecciones (...). El mar era tranquilo, como si nos moviéramos por un estanque”.

La llegada a Praga

“¡Cómo había esperado gozoso volver a nuestra madrecita de las cien torres! Durante todo el tiempo que había estado lejos, me la había imaginado con sus colores y así se la había descrito a Cerwuis. Pero ya al llegar a la estación del ferrocarril, llena de humo, empecé a sentir incertidumbre e inquietud.

Praga, con la cual había soñado de tal manera, no era nada tan magnífica como me había parecido durante los tres años que había pasado en el extranjero”, cuenta Fric al recordar el día en que arribaron a la capital checa, tras sortear el mar y recorrer otras ciudades europeas, como las de Italia y Austria.

Tras llegar a la casa de un pariente, donde quedarían por un tiempo, Fric se sintió desconsolado por la situación en que encontró su ciudad y Cerwuis se puso triste y empezó a cantar su tristeza en su lengua. Fric le pidió que buscara otro lugar para seguir cantando y Cerwuis salió a la calle y por un momento se perdió. Lo que pasó a continuación lo relata el explorador en sus textos: “Vuestro indio está mendigando en la esquina, oí hablar a una voz maliciosa (...). Corrí directamente a la calle Zitná. Ya desde lejos vi un grupo de gente en la esquina. En medio de la acera estaba sentado Cerwuis sobre su manta, con las piernas cruzadas, y cantaba de manera desgarradora su dolor. De los ojos le corrían lágrimas del tamaño de unos guisantes. Alrededor de él estaban echadas monedas de todos los valores. Pensaban que estaba mendigando”.

Tal una de las vivencias iniciales del primer chamacoco que pisó Europa. Se sucedieron luego cientos de anécdotas, de todos los colores, durante el año que debieron vivir allí, hasta que regresaron en 1909. Para entonces Cerwuis ya había visto la nieve por primera vez, había caminado sobre las aguas congeladas del río Moldava, se había aficionado a la colección de botones metálicos, había asistido al teatro y ayudado a dictar conferencias. También quedó constancia en los escritos de Fric de que a su paso por Venecia, a su vuelta, Cerwuis causó furor entre las mujeres del lugar, que admiraban su cabellera y su porte de guerrero indio.

Próxima entrega: Con su viaje a Europa, Cerwuis ayudó, junto a Fric, a salvar a su pueblo de una rara enfermedad.

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