Cargando...
Grandes peces que habitan el río Paraná están representados en torno a una fuente de agua ubicada en el acceso al Museo Histórico Ambiental de Yacyretá, en Ayolas. Un amplio salón único alberga las colecciones que conforman el atractivo acervo museístico. A un costado se aprecian las especies de peces existentes en la zona de influencia de la construcción de la represa hidroeléctrica. En frascos formolizados hay surubí, dorado, bagre, pacú, boga, piraña y un tambaqui de 15 kilos. Este pez del Amazonas habría remontado el Paraná y de casualidad fue pescado.
En el centro del salón están dispuestos los animales silvestres taxidermizados. Se pueden ver ciervos de los pantanos, carpinchos, aguara guasu, oso hormiguero, karaja, guasuvira y guasu pytã. Protegidos por vitrinas hay ejemplares de nutrias, jacare, mono aullador, osito lavador, lobope y mbutu (pavo del monte). No faltan las avestruces, armadillos, zorros del monte y chajá.
En el sector destinado a las aves resaltan las formas de las alas y los colores del plumaje de los pájaros. El visitante puede identificar al aguilucho colorado, tucán, karau’i, teteu y lechuza.
Al otro costado, en el sector prehistórico se tiene a la vista una serie de rocas que forman la base de la represa de Yacyretá, hasta llegar al cuarzo. Hay madera petrificada y bajo vitrinas fragmentos de vasijas de cerámicas y muestras líticas correspondientes a los indígenas. Nueve urnas funerarias de gran tamaño desenterradas de la isla Yacyretá conforman la colección más destacada del museo. Se exponen también cerámicas utilitarias, vasijas y otros elementos de los mbya guaraní asentados en Ña’eunguá, jurisdicción de San Cosme y Damián. Otra vitrina contiene pedazos de urnas funerarias con restos de huesos humanos. Al lado, un exhibidor con tejas y ladrillos coloniales de la Reducción Jesuítica de San Cosme y Damián. Se suman cuatro pedestales que ubican urnas funerarias pequeñas y vasijas de cerámica, halladas bajo tierra. Un trapiche antiguo para hacer miel de caña, pedazos de piedras con escrituras rúnicas y una galería de insectos: mariposas, langostas, luciérnagas, vinchucas, arañas, alacranes y cangrejos forman parte de la exposición permanente.
Un sector especial ubica las cosas que se relacionan con la historia de Ayolas. Allí hay libros de registros, entre ellos uno de uso militar de 1917 a 1936, otro del Juez de Paz, utilizado desde el 18 de octubre de 1895 al 19 de agosto de 1923, y el libro matriz para la inscripción de ciudadanos en edad de cumplir el Servicio Militar Obligatorio, entre 1918 y 1963. Bajo vidrio se guardan corsets y abanicos de mujer de los años 40, un tembetá, adorno guaraní consistente en piedra blanca pulida y roca cristalizada. Un baúl de madera forrado con láminas de metal, una urna para votar de 1913, sillas Thonet y tres artísticos escritorios de la vieja Municipalidad representan los usos y costumbres de la vida cotidiana local.
Creado para el rescate del valioso patrimonio cultural
El museo se inició en 1984, poco después de que la Entidad Binacional Yacyretá comenzara las obras civiles de la represa que comparte el Paraguay con la Argentina. Su creación fue concebida como un rescate del valioso patrimonio cultural en el área comprometida con la hidroeléctrica. Las colecciones incluyen elementos que guardan relación con la vida y la historia del pueblo. Pretende, según sus responsables, ser un espejo de los estudios y trabajos realizados por la EBY en materia de ecología y antropología.
Recibe la visita del público en los 365 días del año
El Museo Histórico Ambiental de Yacyretá se habilita al público todos los días del año, de 07:00 a 15:30, con acceso gratuito. Se ubica en la Villa Permanente de Ayolas (305 km de Asunción). En el km 253 de la Ruta N° 1 hay un desvío señalizado de 52 km que llega al centro de la ciudad.
Entre las curiosidades del museo hay un mortero “angu’a” usado en un hogar indígena precolombino que se encontró en Ña’eungua y una guitarra de madera hecha y utilizada por un adolescente mbya guarani del lugar.
yubi@abc.com.py
Fotos: ABC/Andrés Cristaldo