Casilla abandonada, refugio de borrachos

Lo más fácil que cualquier irresponsable puede hacer en esta ciudad es colocar un carrito o un kiosco en la vereda o en la calle para vender panchos, hamburguesas y bebidas espirituosas.

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Lo penoso para los vecinos es cuando el propietario de la iniciativa se manda mudar y abandona su casilla, que se convierte enseguida en aguantadero de borrachos y vagabundos.

Es el caso de la casilla abandonada en Herrera esquina Yegros, un transitado punto del radiocéntrico capitalino, a media cuadra de nuestro diario y de algunos centros de estudios.

De más está decir que este aguantadero se convierte en un peligro para las mujeres y para cualquier peatón descuidado que utilizan esta vía en su camino hacia las paradas de colectivos. Los agentes de tránsito son muy ágiles para poner el cepo a todo automóvil que estaciona más de un minuto por la zona, pero no reportan este mamotreto que afea la urbe y apeligra a los transeúntes, probablemente porque no reciben porcentajes por ello.

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