Cargando...
A invitación del entonces arzobispo de Asunción, monseñor Felipe Santiago Benítez, en el año 1990, arribaban al Paraguay las primeras religiosas con el carisma de la madre Teresa de Calcuta, que en India eran el abrazo que curaba a los pobres abandonados a su suerte. Recorrieron varias ciudades para ver a quiénes acompañar y en el Neurosiquiátrico quedaron impactadas del trato que recibían los internos, especialmente las mujeres, y no dudaron en elegirlas para darles una atención más digna.
La congregación se instaló en un local ubicado en EE.UU. entre 21 y 22 Proyectada, y allí recibió a las primeras mujeres con problemas siquiátricos. Hoy el hogar alberga a 36 personas que son atendidas por seis religiosas: tres de la India, una de Polonia, otra de Kenia y una chilena, quien es la superiora.
La mayoría de las residentes no tienen familiares.
Algunas veces, cuando amanecen bien, parece que recuperan la memoria y preguntan por sus seres queridos y dicen: “dónde está fulano, cuándo vendrá a visitarme”, y se arriman a la ventana y miran hacia el horizonte. Entre las internas está una abuelita que fue recogida de la calle con una fractura de cadera.
El local de la congregación no es tan grande y no puede superar su capacidad actual. En los pabellones las camas están casi pegadas unas a otras. Uno de los locales se tuvo que dividir para habilitar la sala de fisioterapia, donde las tareas de masaje y estiramientos son permanentes.
Las residentes reciben asistencia espiritual, médica, alimentación, y sobre todo acompañamiento humano. Cuando una de ellas se enferma es llevada al Hospital Barrio Obrero o a los dispensarios de la zona.
La indiferencia familiar es terrible, pero se trata de suplirla con la visita de la gente de buena voluntad, que les traen dinámica, cantos y afecto; hasta bailan con ellas y son gestos que valoran mucho. Los niños también les traen regalos.
Tareas hogareñas
Las abuelitas también ponen de su parte. Aquellas con más fuerza limpian la mesa, alzan las sillas, barren las piezas o doblan las ropas. Si no se las mantiene ocupadas piensan mucho; ellas saben que alguna vez tuvieron hijos, esposos o papás y se ponen muy tristes cuando están con lucidez porque saben que fueron abandonadas. La ocupación en ese sentido es una buena terapia para olvidar el pasado. La atención que reciben implica estar con ellas 24 horas porque en cualquier momento pueden tener problemas.
Estar con ellas implica mucha paciencia, porque son personas que no razonan, afirman las religiosas. Valoran mucho la ternura y si no encuentran ese aprecio, se ponen violentas. Son como niños, que cuando se les debe bañar hay que convencerlas, hasta para comer. A algunas se les licua la comida y en algunos casos se les da con jeringas; requieren mucho esfuerzo de las personas que les cuidan.
Sin dudas que el hogar es un santuario de la vida. Para las religiosas, cuidar y defender la vida es lo máximo. Consideran un regalo de Dios. Cuando ellas (las ancianas) están muy mal, las religiosas les acompañan para tener una muerte digna y cristiana. “Matarlas sería matar a Cristo en su cuerpo místico”, dicen; por eso para estas religiosas la eutanasia y el aborto son crímenes muy grandes.
Las religiosas no solamente atienden a las ancianitas, en sus momentos libres van a algunos barrios pobres para enseñar catequesis.
¿Cómo se solventa?
Cuando la congregación se formó –según las religiosas– Jesús dijo a la Madre Teresa que empiece el trabajo con los más pobres y Él se encargará de que nunca falte nada. Aquí en Asunción las religiosas mantienen a las ancianitas gracias a la Divina Providencia. La gente no solamente dona dinero, alimentos o medicamentos, también da su tiempo para llevar a las internas en auto al hospital o acompañan para ir a hacer las compras; les cortan las uñas, sus pelos, les remiendan las ropas. Estas personas son las elegidas por Cristo para ayudar al semejante, afirman las consagradas.
El carisma de la Madre Teresa es “Hacerlo por Jesús, por amor a las almas, y trabajar por la santificación y salvación de los pobres”.
La canonización de la Madre Teresa de Calcuta fue una gran alegría, porque se ha santificado a una persona que amó a los pobres. Para las religiosas que viven en Paraguay fue muy emotivo vivir todo el proceso de su canonización. La gente desde hace tiempo ya la consideraba santa y fue una bendición que el papa Francisco la elevara a los altares.
TERESA DE CALCUTA
Teresa de Calcuta, de nombre secular Agnes Gonxha Bojaxhiu y también conocida como Santa Teresa de Calcuta o Madre Teresa de Calcuta, fue una monja católica de origen albanés naturalizada india. Nació el 26 de agosto de 1910 y murió el 5 de setiembre de 1997.
Vivió entregada a los pobres, y sus seguidoras también tienen esa responsabilidad de acompañar ese carisma. En sus inicios la Madre Teresa perteneció a las hermanas de Loreto, que educaban a niñas de las familias con bienestar. En su tiempo ocurrió la independencia de la India y los musulmanes no querían andar con los indúes y cuando comenzó la separación se llegó a la guerra civil.
La Madre Teresa se conmovía por la gente que moría en las calles y allí fue que escuchó la llamada, que le pide que ayude a la gente sufriente. Recoge a un hombre agusanado tirado en la calle y sana sus heridas. Este cuando abre los ojos, le dijo: “estuve tirado como un perro y ahora muero como un ángel” y dos horas después muere en la gracia de Dios.
Así empezó con el hogar de los moribundos recogidos de las calles, a los niños abortados y abandonados creó el hogar para los pequeños. Estos albergues se llenaban de necesitados de la misericordia de Dios, porque había mucha pobreza en aquella época terrible de la India.
Las religiosas que trabajan aquí en Paraguay son testimonios vivos de que la opción por la vida consagrada trae también la felicidad y la realización de la persona. Para ellas es Dios quien llama, y cuando llama hay que seguirlo. A través de la obediencia se cumple su voluntad y haciendo su voluntad se encuentra la felicidad, dicen las Hermanas de la Caridad.
Los interesados en colaborar pueden llevar sus aportes en el local de la congregación ubicado en EE.UU. entre 21 y 22 Proyectadas. Atienden todos los días, salvo jueves, que destinan para el retiro espiritual. El teléfono de la casa es 390 612.
avelazquez@abc.com.py