Las personas que teman haber contraído dengue deberán acudir inmediatamente al médico. La fiebre hemorrágica de dengue es una enfermedad mortífera para las personas y el diagnóstico temprano, seguido del oportuno tratamiento puede prevenir la muerte. Si no se aplica inmediatamente el tratamiento adecuado, el enfermo puede caer en estado de shock y morir.

Características de la fiebre del dengue:

- Aparición brusca de fiebre alta.

- Fuerte dolor de cabeza (cefalea frontal).

- Dolor detrás de los ojos que se agrava con los movimientos oculares.

- Pérdida del sentido del gusto y del apetito.

- Erupciones parecidas al sarampion en el pecho y en las piernas.

- Náuseas y vómitos.

Características del dengue hemorrágico:

- Síntomas semejantes a los de la fiebre de dengue.

- Dolor de estómago intenso y continuo.

- Piel pálida, fría o pegajosa.

- Hemorragias nasales, bucales o de las encías y ronchas en la piel.

- Vómitos frecuentes, con o sin sangre.

- Insomnio e inquietud.

- Llanto continuo.

- Sed exagerada (boca seca)

- Pulso rápido y débil.

- Respiración difícil.

- Desvanecimientos.

El transmisor del dengue

Es el Aedes aegypti, un pequeño insecto blanquinegro con rayas en el dorso y las patas. Los mosquitos que transportan el virus del dengue transmiten la enfermedad a la persona que pican. El mosquito mide aproximadamente 5 milímetros.

Los mosquitos trasmisores del dengue pican en las primeras horas de la mañana y al final de la tarde. El mismo acostumbra desenvolverse en el interior de las viviendas, en locales cerrados y otros sitios oscuros. En el exterior elige los lugares frescos con sombra. Las hembras ponen los huevos en el agua estancada, las larvas que salen de los huevos del mosquito viven en el agua durante una semana y después se transforman en ninfas redondeadas que al cabo de un día o dos dan paso al mosquito adulto, listo para picar.

El Aedes aegypti se cría en todo tipo de recipientes en los que se acumula accidental o deliberadamente el agua, tanto al sol como a la sombra. Entre sus criaderos favoritos se encuentran barriles, tambores, frascos, ollas, baldes, flores, tiestos, tanques, cisternas, botellas, latas de conserva, neumáticos, huecos de los árboles y otros muchos sitios en los que se acumula o deposita el agua de lluvia.