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Muchos feligreses participaron de la Vigilia Pascual, en la que anoche se proclamó la Resurrección de Jesús. El acto comenzó en la explanada del principal templo capitalino, donde se procedió a la bendición del fuego, del cual se prendió el cirio pascual que representa a Cristo Resucitado. Las velas que portaban los fieles también se encendieron y posteriormente se ingresó al interior del templo donde continuó la misa.
En su homilía, Valenzuela dijo que hoy día afrontamos, en el mundo de la globalización, cada vez más la incredulidad, la apostasía, la indiferencia. “Muchos son víctimas del agnosticismo y del relativismo. ¡Sus vidas dan lástima! ¡Cuántas familias destrozadas! ¡Cuántas víctimas del alcohol, las drogas, de la prostitución, de la miseria social y cultural!”, lamentó el arzobispo.
En otro pasaje cuestionó la mentira, la opresión, la esclavitud y la violencia “que nos rodean día a día, por búsqueda de dinero, a cualquier precio. Esto genera lo que llamamos corrupción, ¡una situación de individualismo, de grandes sufrimientos! Campean la inmoralidad, la falta de ética, la falta de fe y esperanza, aumentan los robos sin escrúpulos, sin juicios ni condenas”, resaltó.
Valenzuela exclamó qué diferente es la vida de un auténtico cristiano, cuya fe se basa en la Resurrección de Jesús. Vive en la familia haciendo de ella un templo divino. Vive en la economía valorando la persona y haciéndola partícipe de los beneficios de la pequeña o grande empresa. Vive en la política cumpliendo su fin humanitario en la construcción del bien común mediante programas reales y solidarios, siempre en la búsqueda de mejores condiciones de vida para todos los ciudadanos. Vive en el mundo cultural creando belleza, en todas las artes, acercando a quienes se abren a un horizonte más allá del comer y del beber, a valorar la magia del arte que tiene su fuente en el sumo bien y la suma belleza.
A su criterio, el cristiano, desde su fe en la Resurrección, es el más activo en la humanización del hombre, ayudándolo a cristificarse mediante el uso de la libertad y del amor en camino a su plenitud de su ser trascendente.
El arzobispo indicó que un cristiano y un ciudadano es mejor cuando se enriquece con la gracia de la fe y de la esperanza y se pone en lucha contra el mal, la injusticia, el pecado. “Este cristiano ciudadano viene a ser una antorcha humilde y a la vez poderosa para la sociedad, porque lleva consigo la luz de Cristo, su verdad, su amor, su misericordia. Lo que nosotros cristianos somos y conocemos no es para vivir encerrados en el gozo de la fe, sino es para ser mensajeros y misioneros de esta verdad”, aclaró.
Valenzuela indicó que la Resurrección es la victoria sobre la corrupción de la muerte e implica despojarnos de los sepulcros vacíos, de los vicios y esclavitudes, de las ideologías de turno que pretenden construirse sin Dios, como en la Torre de Babel.
Agregó que con la muerte y Resurrección de Jesús la humanidad tiene un camino nuevo de humanización, de cristificación y de glorificación, por la misericordia extraordinaria del Dios de la historia. “¡La Pascua es el triunfo del amor del Padre y del amor del Hijo Jesús! ¡Es el triunfo de la fe que vence al mundo!”, concluyó.