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En su biografía publicada en estos días aparece 1976 como el año en que se había hecho cargo de la comunidad Maká. De ser así, mucho antes ya había sido por lo menos uno de los principales dirigentes. A finales de la década de los 60 –ABC Color llevaba dos años con sus lectores– su director, Aldo Zuccolillo, tuvo la feliz iniciativa de que el diario organizara un festival artístico con los maká como protagonistas, en el Jardín Botánico.
Eran los tiempos en que Asunción se colmaba de turistas argentinos, brasileños, chilenos y casi no había espacios recreativos y culturales que ofrecerles. Fue entonces que hubo una reunión con los responsables de los maká. Entre otros, estuvieron presentes Chemei, un pastor evangélico y dos o tres más de la comunidad.
El acuerdo al que se llegó fue que el diario correría con todos los gastos de organización y la totalidad de lo recaudado sería para la comunidad.
La enorme expectativa que causó el anuncio hizo que desde muchas horas antes de lo dispuesto para la presentación de los maká, se colmara de turistas el enorme espacio destinado al público. Los espectadores salieron muy satisfechos, pero mucho más los indígenas que con sus coloridas danzas ganaron una buena suma de dinero, destinada a las necesidades más inmediatas de la comunidad.
El espectáculo se repitió tres o cuatro años más, hasta que el turismo sufrió una terrible decadencia.
El cacique Chemei tuvo mucho que ver en esta y otras iniciativas. Fue incansable en su tarea de mantener la integridad cultural de su pueblo en momentos en que era –es– golpeada por expresiones extrañas. Del recordado general ruso, Ivan Belaieff, con quien se crió, aprendió que los indígenas, como seres humanos, tienen derechos por los que pelearse en el supuesto de que “desde afuera”, nadie les regalará nada.
A Andrés le tocó construir con paciencia, sabiduría y tenacidad el reconocimiento de las autoridades hacia tales derechos. Sabía Andrés que un decreto o una ley es insuficiente si no se trabaja cada día por su ejecución.
Hizo mucho por su comunidad, tal vez como ningún otro líder por la suya; pero murió a los 81 años sin lograr que la empresa, Enrique Remmele, devolviera las tierras a los maká, ubicadas a orillas del río Paraguay.
Hizo también recorrer la danza y el trabajo artesanal de su gente por todo el mundo. Nuestras sentidas condolencias para los familiares y amigos del cacique Andrés Chemei.