Caacupé, un gran centro comercial

Caacupé es un mundo de oportunidades para que la gente haga su “agosto” en pleno diciembre. Toda la ciudad se tornó un gran bazar donde se ofrecía de todo y para todos los gustos.

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Desde Luque llegaron por primera vez los dueños de Artesanía July para ofrecer flores hechas en hilo sobre un molde de alambre en diversos colores y precios.

Van desde G. 5.000 hasta 25.000 y explicaron que lleva un minucioso trabajo. Se utiliza mucho para decoraciones y centros de mesa.

Ramón Núñez, el artesano, junto con su esposa se dedica al rubro hace seis años, pero este es su primer año en Caacupé. Como opción también ofrecían flores de goma eva.

Pero si estos productos aguantan siendo exhibidos en los puestos sin sufrir las consecuencias del intenso calor, los pobres conejos que se ofrecen para mascotas sudan la gota gorda en medio de las calles.

Se los muestran a estos animalitos en dos tapas superpuestas de ventiladores que le hacen de jaula. “Yo lo voy a cuidar y quiero”, dice un niño. “Y qué hacemos con el perro, le va a comer”, responde la madre y el padre asiente: “Qué tanto, vamos a llevar”, mientras el pequeño aguarda ansioso al igual que la vendedora que recibirá G. 20.000 a 25.000, por cada ejemplar.

Tampoco faltaron el kavure’i y las cotorritas ofrecidas por parcialidades indígenas que llegaron desde el Chaco en busca de obtener algunas ganancias.

Otra gran “novedad”, aunque por segundo año, que llamó la atención fueron los tatuajes desechables para brazos y piernas que se ofrecían a G. 10.000 el par en los alrededores del templo.

Carlos Benítez, el joven que los ofrece, es oriundo de Encarnación y dice que el producto es aún muy poco conocido por lo que la festividad de Caacupé es una buena ocasión para mostrar al público.

“Es de una seda especial que no hace transpirar y es muy cómodo. Se vende muchísimo”, destacó.

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