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Andar a pie en Asunción podría ser la mejor opción para moverse fácil y rápidamente dentro del microcentro sin contaminar el ambiente ni sufrir los efectos de los atascos en horas pico. Pero esta práctica saludable tiene serios riesgos cuando de conservación y mantenimiento de aceras se trata.
El microcentro capitalino apenas tiene unas 200 cuadras cuyas veredas totalizan al menos 80 kilómetros de extensión, pero la mayor parte se encuentra en pésimo estado. “Nadie en su sano juicio quiere caminar por las veredas de la ciudad porque, aparte de la inseguridad a la que se expone a ciertas horas, la gente debe ir mirando hacia abajo porque la mayor parte del trayecto está destrozado”, dice Eligio Cabrera, un vecino de la Avda. Mariscal López.
No obstante, siempre trata de andar a pie como una práctica saludable y óptima para moverse dentro del perímetro del Centro Histórico asunceno.
En cada cuadra existe un obstáculo diferente que se constituye en un serio riesgo para el viandante. En una rápida vuelta por las aceras céntricas se pueden encontrar desde registros descubiertos de la Compañía Paraguaya de Comunicaciones (Copaco) hasta profundas fosas técnicas tapadas mal que mal con tablones que temblequean al paso frente a edificios inconclusos. También aparecen restos de materiales, vestigios metálicos puntiagudos y medidores de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) cuyas tapas fueron robadas y quedaron convertidas en un hoyo para atrapar cualquier pisada en falso.
“Varias personas ya se cayeron al pasar por aquí. Como es una parada de ómnibus, hay muchísima gente”, comenta un vendedor de gaseosas de la calle Cerro Corá esquina Yegros.
En estas condiciones la práctica de caminar está lejos de ser una opción para la movilidad saludable.
Peatones deben lidiar con la marea vehicular a diario
La carencia de franjas peatonales bien demarcadas es otro grave problema que se observa en todas las calles del microcentro.
Los pasos están despintados y hasta presentan enormes hundimientos en la calzada.
En estas condiciones los peatones deben moverse peligrosamente para cruzar las calles entre la marea diaria de 300.000 vehículos que ingresan a la Capital y que en gran parte confluyen hacia el microcentro.
El peatón se encuentra solo y desprotegido en su deambular por las calles céntricas, pues existen puntos donde no hay semáforos y tampoco hay presencia de agentes de tránsito que les faciliten el cruce.
El peligro está latente a todas horas en la intersección de la Avda. Mariscal López y Gondra, detrás de la vieja estación del Ferrocarril.
En las inmediaciones de este lugar los vecinos más antiguos añoran una pasarela peatonal que existía en los años 50 y que los ayudaban a sortear la Vía Férrea. Era el paso obligado de los estudiantes que venían del barrio Ricardo Brugada (Chacarita) hacia la Escuela “Hogar de Canillitas” en el Colegio San Roque.
En una encuesta realizada por la organización Asunción Nos Une dos años atrás, el 38,5% de los asuncenos se mostró insatisfecho con los servicios prestados por los policías de tránsito.
Mientras todo esto se hace evidente en el Centro Histórico, la Municipalidad de Asunción publicita como un logro la Ordenanza 217/2012, de “construcción y uso de veredas inclusivas”, en su página web. Las buenas intenciones quedan en los papeles, pues de nada sirven las rampas de discapacitados en cada esquina si la vereda no es segura para el desplazamiento.
Fotos: Rudy Lezcar y Arcenio Acuña