Abusos de Iglesia Católica llevaron a Reforma, afirman

Se conmemora el 500 aniversario de la Reforma Protestante. Un día como hoy, Martín Lutero hizo públicas sus críticas a la Iglesia Católica en Alemania y produjo un cisma con Roma. El pastor menonita Alfred Neufeld resalta que aquel movimiento tuvo consecuencias religiosas y hasta políticas en el mundo.

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Neufeld calificó la Reforma como un movimiento de renovación y avivamiento en el ocaso de la Iglesia Católica medioeval y en la primavera del Renacimiento, en el que nace el pensamiento crítico y científico. Es una Reforma que ama la tradición y los postulados del cristianismo.

Explicó que varios fueron los factores que dieron origen a aquel movimiento, como ser el crecimiento de la superstición popular, el negocio de las indulgencias: se debía pagar para ir al cielo, el culto a los muertos, la teología para crear santos para las enfermedades, que no tenían nada de común con la Sagrada Escritura y el mensaje de Cristo; creencias que, en su mayor parte, ya son rechazadas por la actual Iglesia Católica.

“En medio del imperio de Carlos V y del papado de León X, con un grupo de jóvenes universitarios, surge el movimiento, por un lado, humanista, de ser más científico y por otro, biblista, que proponía volver a los orígenes de la fe cristiana, por consiguiente tuvo mucha oposición política porque amenazaba con resquebrajar el poder”, indicó. Agregó que en 1529, se exige un concilio tipo Vaticano II para cortar abusos y reafirmar verdades, del que fueron excluidos totalmente de la mesa de diálogo. En señal de protesta, se retiraron y recibieron el mote de protestantes.

Preguntado qué trajo el nuevo movimiento, Neufeld dijo que movió el interés por la lectura de la Biblia, que era un libro prohibido. Estaba escrita en latín mal traducido y el pueblo no tenía acceso a ella. A partir de la traducción, surgieron los movimientos biblistas, las lecturas populares, los campesinos descansaban sus arados y la leían.

La investigación

Promovió también la investigación científica en las universidades de los países protestantes. Permitió la caída del universo encantado, ya no se creía tanto en los ritos y magias, sino en el análisis, la investigación científica y en los hechos, y a partir de la reforma, fe y ciencia, son aliados y no contrapuestos.

A su criterio, políticamente influyó porque en la Edad Media, a los papas los designaban los políticos. Ningún emperador o rey debía llevar la corona si el papa no la imponía. En un cuadro famoso se ve al Papa con intención de coronar a Napoleón y este le arrebata y se coloca la corona. “Lutero siempre pensó que estaba mal esa fusión entre Iglesia y Estado”, apuntó.

Preguntado si aún se sienten marginados por los católicos, indicó que en parte siguen las barreras. “El relacionamiento con los católicos cambió con los últimos cuatro papas porque ellos estuvieron más centrados en la Biblia y menos en las tradiciones que los protestantes objetan”, resaltó.

Reconoció que entre los evangélicos también existen grupos radicales que se separan del ideal protestante. “Tenemos gente muy anticatólica y otras concentradas en la tradición como algunos menonitas en cuanto a vestimentas y creen que manteniendo esos rituales se van a ganar el cielo, que creemos que no es así”, afirmó.

Respecto de la salvación, apuntó que los católicos han cambiado mucho. Ya no existe esa amenaza que para salvarte tenés que peregrinar a un santuario, ir a todas las misas, hacer un catálogo para eventualmente salvarte, y que existe el purgatorio. En este aspecto hay una diferencia radical. “Los evangélicos sostenemos que la salvación no es algo que merecemos, que solo con obras podemos lograr. Sino que es un regalo gratuito de la gracia divina, que implica fe, porque por la fe uno se salva y fe significa entrega, confianza y obediencia hacia Cristo. Las buenas obras son consecuencias de la salvación, pero no requisito para la salvación”, enfatizó.

Finalmente, resaltó que “a nivel popular se dice este se merece el cielo; mentira, nadie de nosotros se merece el cielo, solo Cristo nos confía esa gracia y los méritos”.

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