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Los hijos que criaron les dan la espalda, no solo económicamente sino que también les niegan lo más valioso para la última etapa de sus vidas: el afecto. Conversamos con algunos de ellos.El Hogar de Ancianos La Piedad, ubicado en el Km 9 Vía Férrea, cuenta con cinco enfermeras, médico en gerontología y fisiatría y dos secretarias. La manutención es gracias a los donativos que la ciudadanía caritativa les brinda y la Fundación La Piedad y una parte del Ministerio de Hacienda.
El director del hogar, el sacerdote mexicano Eladio Méndez, nos dijo que son bienvenidos todos los donativos de alimentos y pañales para adultos que las personas de buena voluntad quieran hacer llegar al hogar.
"Usamos unos 40 pañales diarios; las frutas para la media mañana, carne y verduras nunca son suficientes. Además recibimos con buen agrado zapatos y ropas de algodón", significó.
En el amplio predio de la Fundación La Piedad hay una huerta de donde se surten de verduras para la comida diaria.
El abuelito sordomudo Gumercindo Gómez, de 85 años, hace 15 que vive en el hogar y es una persona muy apreciada por sus compañeros, fue él quien nos recibió en el hogar.
Otros en su rutina diaria toman mate y escuchan radio o ven televisión, o conversan unos con otros.
Los abuelitos se despiertan muy temprano. Desde las 4:30 algunos ya se levantan a preparar su mate y conversan.
A las 7:00 desayunan, a las 11:00 almuerzan, a las 15:00 meriendan, a las 18:00 cenan y muchos ya van a la cama o se pasean por los pasillos del hogar.
Casi la mitad del total de los abuelos que residen en el hogar están en silla de ruedas y se movilizan con dificultad.
La visita de los jóvenes o personas en general es fundamental para romper la rutina diaria de los abuelitos. Después de la visita están más contentos, hacen bromas y están animados, caso contrario pasan muchas horas en sus sillas de rueda, en silencio, según el sacerdote Méndez.
"Media hora de visita de gente extraña al hogar obra el milagro en la vida de los abuelos porque sienten un poco de alegría", resaltó el director del hogar, y señaló que la mayoría de los abuelos no tiene familia que les venga a visitar.
El responsable del hogar resaltó que la Fundación La Piedad les ayuda con todos los insumos para la manutención del hogar, aunque nunca son suficientes los pañales y las frutas de estación.
Qué opinan
Julio Rodríguez, de 65 años de edad, asunceno, hace seis años que vive en el hogar. Tiene un hijo de nombre Ramón, de 20 años, que vive en la Argentina, y sus hermanos Isabel, Teresa, Rogelio y Santiago también viven en el citado país.
El día que visitamos el hogar (lunes 6 de febrero) fue el cumpleaños de don Julio y le prepararon una torta y un almuerzo especial.
De su juventud recuerda que era estibador en el puerto de Sajonia, lugar donde le clavó un objeto puntiagudo en su pie izquierdo. Desde ese momento se empezó a descomponer su pierna hasta que tuvieron que amputarla y quedó en silla de ruedas.
Por su cumpleaños desea que le regalen una silla de ruedas nueva, porque a la que tiene le falta freno, las cubiertas están muy gastadas y es difícil trasladarse en ella de un lugar a otro.
Esteban Barros Delgado (81) hace dos semanas que vive en el hogar. Es de Asunción y, como no es casado y tiene una sola hija que trabaja todo el día, le llevaron al Hogar de Ancianos La Piedad. Es muy lúcido, habla y camina muy bien.
Recuerda que fue carpintero de profesión. Afirmó que extraña mucho a su hija Alejandrina, con quien vivía, pero gana muy poco y él necesita muchos cuidados debido a su edad, por lo que le llevaron al hogar.
"La verdad, nunca sobran en el hogar las frutas de estación, algunas golosinas, el rasurador, ropas frescas, zapatillas y sandalias, y en invierno las frazadas, porque el presupuesto que nos da el Ministerio de Hacienda apenas alcanza para la alimentación diaria", concluyó el padre Eladio Méndez.
El director del hogar, el sacerdote mexicano Eladio Méndez, nos dijo que son bienvenidos todos los donativos de alimentos y pañales para adultos que las personas de buena voluntad quieran hacer llegar al hogar.
"Usamos unos 40 pañales diarios; las frutas para la media mañana, carne y verduras nunca son suficientes. Además recibimos con buen agrado zapatos y ropas de algodón", significó.
En el amplio predio de la Fundación La Piedad hay una huerta de donde se surten de verduras para la comida diaria.
El abuelito sordomudo Gumercindo Gómez, de 85 años, hace 15 que vive en el hogar y es una persona muy apreciada por sus compañeros, fue él quien nos recibió en el hogar.
Otros en su rutina diaria toman mate y escuchan radio o ven televisión, o conversan unos con otros.
Los abuelitos se despiertan muy temprano. Desde las 4:30 algunos ya se levantan a preparar su mate y conversan.
A las 7:00 desayunan, a las 11:00 almuerzan, a las 15:00 meriendan, a las 18:00 cenan y muchos ya van a la cama o se pasean por los pasillos del hogar.
Casi la mitad del total de los abuelos que residen en el hogar están en silla de ruedas y se movilizan con dificultad.
La visita de los jóvenes o personas en general es fundamental para romper la rutina diaria de los abuelitos. Después de la visita están más contentos, hacen bromas y están animados, caso contrario pasan muchas horas en sus sillas de rueda, en silencio, según el sacerdote Méndez.
"Media hora de visita de gente extraña al hogar obra el milagro en la vida de los abuelos porque sienten un poco de alegría", resaltó el director del hogar, y señaló que la mayoría de los abuelos no tiene familia que les venga a visitar.
El responsable del hogar resaltó que la Fundación La Piedad les ayuda con todos los insumos para la manutención del hogar, aunque nunca son suficientes los pañales y las frutas de estación.
Qué opinan
Julio Rodríguez, de 65 años de edad, asunceno, hace seis años que vive en el hogar. Tiene un hijo de nombre Ramón, de 20 años, que vive en la Argentina, y sus hermanos Isabel, Teresa, Rogelio y Santiago también viven en el citado país.
El día que visitamos el hogar (lunes 6 de febrero) fue el cumpleaños de don Julio y le prepararon una torta y un almuerzo especial.
De su juventud recuerda que era estibador en el puerto de Sajonia, lugar donde le clavó un objeto puntiagudo en su pie izquierdo. Desde ese momento se empezó a descomponer su pierna hasta que tuvieron que amputarla y quedó en silla de ruedas.
Por su cumpleaños desea que le regalen una silla de ruedas nueva, porque a la que tiene le falta freno, las cubiertas están muy gastadas y es difícil trasladarse en ella de un lugar a otro.
Esteban Barros Delgado (81) hace dos semanas que vive en el hogar. Es de Asunción y, como no es casado y tiene una sola hija que trabaja todo el día, le llevaron al Hogar de Ancianos La Piedad. Es muy lúcido, habla y camina muy bien.
Recuerda que fue carpintero de profesión. Afirmó que extraña mucho a su hija Alejandrina, con quien vivía, pero gana muy poco y él necesita muchos cuidados debido a su edad, por lo que le llevaron al hogar.
"La verdad, nunca sobran en el hogar las frutas de estación, algunas golosinas, el rasurador, ropas frescas, zapatillas y sandalias, y en invierno las frazadas, porque el presupuesto que nos da el Ministerio de Hacienda apenas alcanza para la alimentación diaria", concluyó el padre Eladio Méndez.