Abuelitas del hogar "Nuestra Señora de la Asunción" piden afecto y compañía

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Visitas, compañía, afecto, piden las abuelitas que viven en el hogar "Nuestra Señora de la Asunción", dirigido por las Hijas de la Caridad. Creativas y hacendosas, muchas de ellas saben realizar bellos trabajos manuales: encaje ju, crochet, tejido a dos agujas.

Miguela Bovadilla (60) salió de Lambaré por la mañana, en busca de un cálido y amoroso hogar. Siente mucha soledad y abandono en su casa. "Mi hijo no vive ya conmigo. Estoy en casa, y él no me hace caso", cuenta angustiada y entre lágrimas.

Y pide que su hijo la visite al menos un domingo. Dice que él es bancario. "Trabaja y está bien, y no puede ser que yo esté abandonada. Yo le di todo. Desde pequeñito le di todo el amor, todo el estudio, todo...", expresa llorando.

La hermana Juana Cueto (40), directora del hogar "Nuestra Señora de la Asunción", advierte que esta es una situación que se repite casi a diario. Las abuelitas van a la institución pidiendo albergue por sentirse absolutamente solas y desamparadas, sin afecto.   

Define que en nuestro país existe un alto porcentaje de adultos mayores. "Viven en instituciones por una pérdida de valores. Antes el anciano tenía un lugar privilegiado en la familia. Ese es mi gran dolor, dentro de la alegría de servir aquí", dice.  

Cada día la hermana Juana percibe que "se ve a la persona mayor como algo que no sirve. Hay una inversión de valores, donde el adulto mayor no tiene espacio ni cabida, y se buscan formas de deshacerse de él".   

Las visitas son escasas en el hogar "Nuestra Señora de la Asunción". Muchas abuelitas fallecen sin la compañía de sus hijos o parientes.

Aconseja la hermana Juana: "Amen a los adultos mayores; amen a las abuelas y abuelos. Revisémonos por dentro, y veamos si realmente valoramos a la abuela, abuelo, que tenemos. Son personas, merecen respeto, dignidad, son hijos de Dios, seres humanos. Nos dieron la vida, nos criaron cuando fuimos chicos, nos educaron, nos dieron todo".   

Ver a hermanos y sobrinos  

María Gregoria Sánchez cumplirá 79 años el 17 de noviembre. Nació en Villarrica, Mbocayaty, tiene hermanos y sobrinos. "Mi madre me abandonó cuando era chica, me dejó en casa ajena, y yo a las patadas andaba. Tenía que subirme sobre la silla para poder menear la comida, porque tenía siete años nomás". Así cuenta cómo inició su vida de criadazgo.   

Desde los 37 trabajó como cocinera. Preparó sus mejores recetas: soufflé de acelga, de zapallo, comidas paraguayas, milanesas, croquetas, empanadas. "Yo sé preparar pan", comenta sonriente.   

Soltera y sin hijos, enfermó hace unos años. "No me traté a tiempo. Me caí en el mercado y no sabía ni cuál colectivo tomar para volver".   

Es la mayor de varios hermanos, a quienes hasta el año pasado ella visitaba "cuando tenía un poco de plata todavía. Pero ahora ya no trabajo más". Saben dónde pueden encontrarla, al igual que una sobrina.  Les pide: "que me visiten. Pero ellos no tienen para poder venir, parece". María Gregoria pasa sus días haciendo crochet. "Estoy aprendiendo puntos nuevos con una religiosa que viene desde Nueva Italia".   

Clama por sus hijas  

Francisca Cardozo Vda. de Real (70) nació en Asunción, no tiene hermanos, estuvo casada y tiene tres hijas: María Liz Real Cardozo de Mongelós, Alicia Concepción Real Cardozo de Barrientos y Desirée Josefina Real Cardozo de Morimoto. Ellas le han dado ocho nietos y tres biznietos. Aunque vive y trabaja en Ciudad del Este, la visita cuando puede su hija Alicia. Desirée reside en el Brasil. "La mayor –María Liz– no viene a visitarme. Quisiera que venga, pero parece que cambió su número de teléfono, según me dijeron. No se llevan entre las hermanas. Tengo vergüenza de contarle, pero, bueno. Me gustaría que vengan mis hijas a verme, especialmente la mayor, que está en el barrio San Vicente".   

Francisca agradece a su hija Alicia: "Es la del medio, me viene a ver, y le agradezco de todo corazón. La mayor nunca viene. No creo que no sepa que estoy acá". Acerca de su actividad diaria, cuenta entusiasmada que realiza trabajos de encaje ju. "Aprendí con mi abuela, cuando tenía 8 a 9 años. Iba al Colegio San Francisco de Asunción, donde estuve como pupila. Seguí haciendo el encaje ju, y a la hermana le encantaba. Mis tres hijas se educaron en el Colegio San Francisco del kilómetro 5".   

Afirma que las abuelitas en el hogar no tienen necesidades materiales. "Sí esperamos visitas. Hay compañeras cuya gente no viene nunca. Es el caso de Susana Reinaldi Doldán de Barboza; tiene una nieta abogada –Susana Barboza– que antes le visitaba y ya no viene".

 

 El horario de visitas es de 8:00 a 11:00 y de 15:00 a 18:00. Puede averiguar cómo colaborar llamando al Teléf. 293-053 y al Cel. 0981 495-550, Venezuela c/Vicente Jara.

Fotos: Malena Olivetti.

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