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ITÁ (Aníbal Velázquez y Virgilio Vera, enviados especiales).El abogado Godoy indicó que la denuncia del arzobispo contra Caputo, procesalmente, no amerita una imputación fiscal, porque se trata de “denuncias fraguadas” que serían del 2004-2005, de cuando era párroco en San Cristóbal.
“Son denuncias sin firmas, otras personas llamadas a declarar desmienten a uno de los dos denunciantes. La parte penal no nos genera desesperación. Aquí hay una cuestión de ego de poder porque en varias ocasiones Valenzuela le dijo a mi cliente que no gozaba de su confianza, porque perteneció al equipo del anterior arzobispo Pastor Cuquejo y porque cuestionó a su brazo derecho, el padre boliviano Lucas Brítez”, resaltó.
Según el defensor de Caputo, la crítica de su cliente al padre Lucas fue el principal detonante para que Valenzuela le pidiera su renuncia. Godoy lamentó la actitud del arzobispo, porque se crea “un concepto equivocado”. Comentó que tiene como asesor al sacerdote Lucas Brítez, que fue alcalde de la ciudad de Cotoca, Bolivia, donde fue condenado a cuatro años de prisión por corrupción y luego se refugió aquí en Paraguay y es él quien toma el testimonio a las supuestas víctimas.
Según el abogado, el rechazo del arzobispo hacia Caputo fue porque le preguntó por qué tenía tanta confianza al padre Lucas y por qué lo reemplazó en Villa Elisa por un cura corrupto. Además de esos cuestionamientos internos, para el abogado el arzobispo cometió el delito de coacción al querer obligar a Caputo a renunciar. Reiteró que el prelado está utilizando el esquema político, “una coacción” para intimidar al sacerdote. “Tenemos la seguridad de que su denuncia será desestimada. El arzobispo también le dijo a Caputo que tenía el poder para hablar con el fiscal general del Estado y con la presidenta de la Corte y que si no firmaba la renuncia iba a ir a la cárcel y eso es coacción”, apuntó.
Al referirse a las acusaciones contra su cliente, indicó que son dos denuncias, contra varios desmentidos o sea personas que no se prestaron a acusar al sacerdote.
En el expediente figura que el sacerdote Caputo supuestamente le tocó a una de las víctimas en sus partes íntimas, un viernes, que le causó problemas emotivos, pero luego manifestó que volvió junto al sacerdote cinco veces.
“Si fuiste víctima de abuso no vas a volver junto a quien te abusó. Ese testimonio no tiene firma”, indicó Godoy. “Tiene año 2011, pero ocurrió en el 2004, cuando la víctima tenía 13 años”, explicó. Mostró igualmente la denuncia que hace otra persona ante el sacerdote Lucas Brítez, que tampoco tiene firma de la víctima. Dice por ejemplo que le quiso tocar el pene, que se sintió traumado, pero luego fue cuatro veces más junto a Caputo. Otra persona –según Godoy– fue prácticamente contratada para que acuse a Caputo, pero se negó. Agregó que la denuncia de la jerarquía iba a ser seria si al día siguiente, en el 2004-2005 se presentaba y no en el 2016. Siguió diciendo que quisieron instrumentar a otro monaguillo y se negó, así como a la señora Venancia Acosta de García que fue vista por el padre Lucas para falsear su testimonio y se negó.
Finalmente, dijo que el pecado de Caputo fue haber tratado de corrupto al padre Brítez, “quien robó al pueblo boliviano y hoy es de confianza de Valenzuela”.
PORMENORES DEL CASO
En una nota del arzobispo Edmundo Valenzuela enviada a la presidenta de la Corte, Alicia Pucheta de Correa, que tuvo ingreso el 2 mayo último, se informa de los trámites del proceso administrativo que se hizo al cura Gumercindo Caputo por abuso sexual de menores, conforme a los cánones 1717, 1718 y 1720 y de la comunicación a la Congregación de la Doctrina de la Fe de la Santa Sede, y que, terminados, ahora está en la justicia. En otra comunicación, el vicario general del arzobispo Pbro. Óscar González señala igualmente que hubo una investigación preliminar, a nivel exclusivamente eclesiástico, al padre Caputo según el “Protocolo para investigar denuncias contra clérigos sobre abuso sexual de menores”.
“Hay gente que no me quiere”
El padre Gumercindo Caputo (53 años) en principio no quiso hablar para no entorpecer la investigación fiscal, pero cuando aceptó dialogar con ABC, lo primero en exteriorizar fue su decepción del arzobispo Valenzuela. “Cuando él me dijo que había cargos contra mí persona, yo me sometí completamente y hasta hoy soy un obediente de su investidura”, indicó.
Dijo que conocía muy poco al arzobispo y justo cuando iba a trabajar con él fue sacado de la parroquia de Villa Elisa. “Parece que hay gente en la jerarquía que no me quiere. Desde que me nombraron como representante del clero en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Brasil aparecieron sacerdotes (sin dar nombres) que ponían un palo en la rueda de mi carro, creían que quería ser obispo y yo nunca supe eso”, dijo.
La parroquia Virgen del Carmen de Villa Elisa fue la última que dirigió Caputo hasta el 2011. “Valenzuela me sacó de allí y me dejó vivir en el Seminario hasta el miércoles 4 de mayo, día en que fui comunicado para abandonar el lugar”, indicó.
Caputo indicó que el sábado 30 de abril pasado fue la última vez que habló con Valenzuela y este le reiteró varias veces que renuncie. “Le dije que no iba a renunciar. No puedo actuar contra mi conciencia. Entonces me dijo que enviaría el dossier al Vaticano y ellos me iban a hacer renunciar. Quise decirle muchas cosas, pero como soy obediente de mi obispo, me callé”, apuntó.
Preguntado qué opina del relato de los jóvenes supuestamente abusados, Caputo dijo que “afirmaron que yo supuestamente estando en San Cristóbal les invité a ver una película. Y nunca hice eso porque no soy de ver películas. Resulta que yo supuestamente les invité a ver el Código de Da Vinci y aún no se estrenaba”, concluyó. Indicó que anímicamente está muy bien y con la conciencia tranquila, “porque si me condenan iré y moriré en la cruz”.
Valenzuela dijo la semana pasada que ya no se referiría a este caso.