A colaborar desde niños

Enseñar a los hijos a que en casa todos debemos colaborar es para muchos papás y mamás, una de las materias más difíciles. Educar es, además de inculcar los buenos modales y mandarlos al colegio, fomentar otros hábitos que los ayudarán a ser serviciales e independientes. La Lic. Gabriela Vergara nos habla sobre el tema.

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En nuestro país siempre hubo niños que trabajaron muy duro para ayudar a sus padres. Para la Lic. en psicología Gabriela Vergara esto es un mal bastante propagado e invisibilizado. “Muchas veces los padres no se dan cuenta del daño que hacen a su hijo al no saber medir o administrar las tareas que les asignan. A temprana edad el trabajo, sea doméstico o ayudando en un negocio familiar, no debe ser una obligación, menos un castigo, sino una oportunidad de aprendizaje y de momentos agradables entre padres e hijos”. La profesional agrega que muchas veces se manda hacer al varón trabajos pesados “porque es macho”; se trata a las niñas como niñeras, empleadas domésticas para que “se vuelvan mujercitas”. “Generalmente esto solo provoca deterioro en las relaciones, ya que suele estar acompañado de maltrato psicológico y hasta físico. El maltrato al niño o adolescente varón, a quien nunca se le enseña a colaborar en el hogar, es muy común y no es educación. En Paraguay no tenemos la cultura de enseñar las tareas de la casa a los niños, recién en la adolescencia y de sopetón“, dice Vergara.

–¿Cómo logramos que los niños colaboren en casa?

Pueden comenzar a hacerse cargo de sus cosas, aproximadamente a los 3 años, ya son capaces de integrar la noción de orden. Lo primero es lo que más los involucra: ordenar sus juguetes, cuánto antes se instale este hábito, mejor. Un detalle importante es utilizar la palabra “ayudar”, y decirle que cada quién tiene su parte porque la casa es de todos.

–¿Qué es mucha responsabilidad para ellos?

Es bueno asignarles pequeñas tareas para desarrollar su motricidad fina, nociones de responsabilidad, causa-efecto, sentido del orden, paciencia, empatía, sentido de equipo, etc. Si tenemos varios niños es muy lindo que cada uno sepa sus tareas, y repito: no deben ser una obligación ni hay que ser muy duros si no las cumplen. Es mejor transmitir alegría y sentido de cooperación.

–¿Es necesario diferenciar las tareas por sexo?

No veo ninguna utilidad práctica en dejar de enseñar algunas tareas por ser más masculinas o femeninas. A un niño siempre le podrá ser útil saber cocinar o coser, por ejemplo, y a una niña saber sobre mecánica o cosas típicamente masculinas. Depende del criterio de los padres.

–¿Qué hacer cuando no quieren colaborar?

Siempre dar un marco de aprendizaje y paciencia, mostrar paso a paso si hay dificultades. Si el niño tiene un carácter rebelde, darse un tiempo para conversar con él y explicarle la importancia de colaborar. Si aún así se niega, comenzar a condicionar ciertos privilegios: “Si no hacés tu cama, hoy no hay computadora”. Si la negativa persiste, probablemente esté acompañada de problemas de conducta y se debería buscar ayuda profesional.

–¿Qué palabras, frases deberíamos evitar?

Evitar todo tipo de calificativos negativos, siempre hay que centrarse en cómo hacer la tarea. A veces no lo hacen bien solo porque los propios padres somos holgazanes para mostrarles correctamente los pasos. Sí queremos que lo hagan con ganas, nosotros mismos pongamos buena onda. No escatimemos en alentar: “¡Qué bien lo hacés!”, “¡qué guapo/a sos!”, “aprendés muy rápido”.

–A muchas mamás les cuesta aceptar que su niño crezca y ya pueda hacer cosas sin ella.

A los padres generalmente los niños nos parecen más bebés de lo que son, sin embargo muchas veces pueden sorprendernos.

Pequeñas tareas, grandes resultados

Es importante dividir las tareas según estos criterios: a) Para comenzar las que son personales del niño, no generales de la casa. b) por grado de dificultad; c) por riesgo de peligro (cosas cortantes, frágiles, calientes), e) de esporádica a ninguna supervisión (algunas tareas sin que nadie esté presente, a partir de los 10 años aproximadamente). Veamos algunos ejemplos:

–3 a 4 años: guardar juguetes, aprender aseo personal, aprender a vestirse sin ayuda, no dejar su ropa tirada, ordenar sus libros. A la hora de comer ya pueden mantener aseado el lugar donde comen, tener asignados sus cubiertos, traerlos y llevarlos a la cocina; inclusive guardar su leche o sus frutas en la heladera.

–4 a 5 años: pueden hacer sus camas (con ayuda). También pueden empezar a regar las plantas, ayudar a cocinar, podemos jugar con ellos a “pescar” cosas que están desparramadas por la casa. Pueden ayudar a lavar el auto (pasando un trapito). Pueden tomar la escoba y jugar a barrer.

–5 a 6 años: Alimentar y dar agua a la mascota, ayudar a bañarla. Meter ropas en el lavarropas (pero no hacerlo funcionar). Se les puede comenzar a exigir más en el aseo de los lugares donde frecuenta más (limpiar lo que ensucia, mantener ordenada su pieza, secar el baño con el escurridor luego de ducharse). Prepararse sándwiches fáciles.

–6 a 7 años: Ayudar a sacar la basura, sostener a la mascota al pasear (dependiendo de la fuerza del animal). Repasar el piso (nosotros escurrimos el trapo y ellos lo pasan). Comenzar a lavar ciertos cubiertos (los que no les puedan causar daño).

–7 a 8 años: Barrer toda su pieza, poner y sacar la mesa, utilizar la aspiradora con supervisión, aprender a colgar sus ropas en un tendedero bajo, ayudar a acomodar las compras del súper, meter cosas al microondas, lavar las verduras y frutas.

–8 a 9: Pueden aprender a usar la plancha, seguir sumando otras tareas en la cocina (hervir agua, prender la cocina, hacer huevos fritos), manejar una licuadora. Aprender a usar el lavarropas, utilizar guantes y repasar el piso de su habitación, utilizar aguja e hilo.

* “Lo importante no es seguir rigurosamente esta tabla, sino dividirlas e ir complejizando de acuerdo al grado de comprensión y seguridad que demuestren”, concluye la Lic. Vergara.

lperalta@abc.com.py

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