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SAN LORENZO (Antonia Delvalle Castillo, corresponsal). Ni el corazón artificial pudo seguir sosteniendo a Daniela Luján Trinidad Paniagua, quien murió ayer en horas de la mañana mientras esperaba por un donante.
Doloridos, los familiares de la pequeña clamaron por una mayor conciencia en cuanto a la donación de órganos, para cuando se presente una situación irreversible y así se pueda dar oportunidad a quienes luchan por seguir viviendo.
La niña sostenía con fuerza entre sus manos las bombas del corazón artificial, aferrándose así a la vida, cuando estaba en espera de un donante, que nunca llegó. Aunque se presentan casos de personas con muerte cerebral, muchos familiares prefieren no apostar a la vida de otro semejante.
Daniela estuvo conectada al corazón artificial en el Hospital “Niños de Acosta Ñu” desde hace 25 días.
Ella padecía de una miocardiopatía dilatada, que le fue detectada el 17 de octubre y que fue como consecuencia del virus del dengue, explicó su padre, Elías Trinidad.
La pequeña había sufrido dos paros cardíacos días antes de conectarse al Berlin Heard o corazón artificial.
La Ley Anita, por la que todos nos hacemos donantes salvo casos donde se hace constar lo contrario, solo rige para personas mayores de 18 años, pero aún así sigue prevaleciendo la voluntad de la familia, por lo que se insta a dejar en claro a sus seres queridos cuál es su postura al respecto. En cuanto a la donación que afecta a niños, es aún más difícil para los padres.
Esperanzados
En Cardiología del hospital Acosta Ñu otra niña está internada, Wendy Sofía Balbuena (2 años), cuyos padres, Diana Roldán y William Balbuena, solicitan públicamente un donante.
Wendy está en la lista de espera desde hace meses. Sus padres optaron por esperar un donante a conectarla al corazón artificial, pero cada vez le cuesta más.