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El primer golpe se registró en la ciudad de Capiatá, donde un técnico en refrigeración fue golpeado y tomado de rehén por un solitario criminal, que se alzó con una camioneta y la suma de G. 1.400.000.
La víctima fue Elvio Sanabria Arce (52), domiciliado en Emiliano R. Fernández casi Ruta II, pleno centro de la ciudad de Capiatá, donde tiene instalado su taller de refrigeración.
Alrededor de las 18:30 del lunes, el delincuente llegó hasta el local de Sanabria Arce, donde contrató los servicios del profesional, supuestamente para la reparación de un refrigerador.
Sanabria Arce cargó sus herramientas a bordo de su camioneta, una Chevrolet D-20, color crema, con matrícula AGT 314 y acompañó al supuesto cliente.
Pero al salir del centro de la ciudad de Capiatá, fue encañonado por el desconocido, quien lo condujo hasta una zona despoblada de la compañía Paso Saná.
El técnico fue despojado bajo amenaza de muerte de la mencionada suma y de su vehículo. Luego fue maniatado y abandonado entre unos matorrales.
Tras permanecer tirado entre los arbustos por más de cuatro horas, la víctima pudo zafarse de sus ataduras y caminó hasta la casa de un vecino, donde pidió ayuda.
En tanto que el segundo golpe se registró alrededor de las 01:00 de ayer, en el centro de la capital, específicamente en Ayolas y Milano. La víctima, Carlos Rojas (22), fue despojada de todo el dinero que portaba en los bolsillos, además de su celular.
Una abogada identificada como Leticia Arévalos, quien casualmente se desplazaba en su coche a esa hora por la misma calle, presenció el asalto y al ver que no había ni un solo efectivo policial en la zona a quien pedir socorro, intentó espantar a los gritos a los criminales.
Sin embargo, lo único que logró fue que los maleantes la amenazaran de muerte a punta de arma de fuego, pero cuando se dieron cuenta de que era una abogada, escaparon del sitio.
Debido a que en ese momento no había un solo policía en las inmediaciones, ambos se refugiaron en la caseta de un guardia de seguridad privada.
Mientras tanto, el ministro del Interior, Carmelo Caballero, y el comandante de la Policía, el Crio. Gral. Aldo Pastore, observan con indiferencia la situación de inseguridad que golpea a los ciudadanos.