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El vergonzoso caso fue divulgado ayer de mañana, cuando el propio subcomandante de la Policía, comisario general Luis Cantero, intervino el cuartel del departamento de Armas y Municiones situado en el kilómetro 21 de la Ruta 1, en Capiatá.
Cantero fue informado por el jefe de la citada dependencia, comisario principal José Benjamín Segovia Cáceres, de la desaparición de al menos 42 fusiles que estaban en guarda y que fueron sustituidas por réplicas de juguete, algunas de plástico y otras de madera, así como por algunas de aire comprimido y airsoft.
La mayoría de las armas de guerra robadas descaradamente, aunque ya estaban en desuso, aún funcionaban perfectamente.
Se trata de fusiles FAL calibre 7.62 que fueron llevados hasta el citado cuartel desde distintas jefaturas departamentales de la Policía y de otras unidades que renovaron su equipamiento bélico con armas más modernas pero de poderío inferior, como los rifles de asalto Galil y M4, de calibre 5.56.
En el mercado negro
Las armas robadas pertenecían originalmente a las Fuerzas Armadas, que a medida que iban renovando también su armamento cedían a la Policía Nacional sus viejos fusiles FAL calibre 7.62.
Sin embargo, estas armas seguían figurando en el inventario militar.
Según los datos, desde hace un año aproximadamente empezaron a aparecer en el mercado negro algunos de los fusiles que los militares habían prestado a los policías.
A causa de esa irregularidad, los militares astutamente hicieron un inventario de su material bélico y, a la vez, pidieron por nota a los policías que estos al menos les mostraran dónde estaban guardadas las armas que años antes les habían entregado.
El 17 de julio pasado el anterior comandante de la Policía, Luis Rojas, autorizó a los militares que hagan una revisión en el departamento de Armas y Municiones para buscar los fusiles.
Sin embargo, en solo tres días de revisión, desde el martes hasta el jueves últimos, los efectivos castrenses y los policías de la citada unidad detectaron el alevoso robo de los fusiles de guerra y hallaron en sus lugares las réplicas de juguete.
En el mercado negro cada fusil como los robados puede llegar a costar 10.000 dólares, debido a su alto poder de fuego.