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Sin embargo, los pocos minutos que duró la firma del acta de suspensión fueron suficientes para que Rojas despojara a su fiscal acusador de su celular.
Concluido el acto, Sánchez se retiró del recinto, pero regresó al instante. En la creencia de que lo había dejado en la oficina, quedó sorprendido cuando los funcionarios dijeron que no habían visto celular alguno.
Pero la sorpresa del fiscal fue mayúscula cuando al llamar al celular extraviado, este sonó en el bolsillo del recluso, al que le derivaban esposado al retén. Sorprendido infraganti, Rojas –quien tiene dos antecedentes por robo– primero quiso negar el hecho pero, ante la evidencia, dijo que había “encontrado” el teléfono.