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El juez en lo Penal Económico, Rafael Caputo, y la fiscal Gabriela Ruiz Morales dieron por cerrada la investigación tras el hallazgo en un allanamiento a la casa de su madre en la localidad de Vicente López, provincia de Buenos Aires, de un pendrive que contenía copia de muchos correos electrónicos del financista.
Según la pesquisa, estos mensajes eran de un tal Jorge Ochoa enviados desde una cuenta de la droguería “Masterfarm” a empresas de China e India, en los que pedía presupuesto y condiciones para la compra de efedrina.
La justicia argentina determinó después que Ochoa -un indigente que declaró haber cobrado por aceptar ser presidente de una empresa- no era otro que el propio Pérez Corradi, quien en los e-mails solicitaba que la efedrina llegue a Argentina escondida en pólvora.
“Porque la pólvora necesita algunos controles especiales aquí y puedo limpiarlos muy fácilmente”, explicaba en los correos.
Ibar Pérez Corradi fue capturado en un operativo policial conjunto efectuado en la Triple Frontera en 5 de julio de 2016 y extraditado a Argentina.