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Carteles de narcotraficantes peruanos y bolivianos proveían alrededor de una tonelada de pasta base de cocaína al mes a la estructura de Villalba, que pagaba US$ 2.100 por cada kilo de droga. Esta suma ya incluía los US$ 100 que los “transportadores” le cobraban por el servicio de envío de la “mercancía”.
Estos datos fueron confirmados gracias a grabaciones de conversaciones del presunto jefe narco y uno de sus proveedores, que sería de nacionalidad boliviana.
La organización de Villalba operaba desde su granja ubicada en la ribera del lago Acaray, a cinco kilómetros del centro de Hernandarias. En este lugar los traficantes procesaban la pasta base hasta convertirla en clorhidrato de cocaína, que luego remesaban al Brasil.
Un informe de la Policía señala que este grupo criminal remesaba alrededor de una tonelada de droga al mes hacia el vecino país. A raíz de esta información la Policía Criminal Internacional (Interpol) solicitó informes sobre las cuentas bancarias de “Gato” en el país.