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Es que en principio, el propio Pérez Corradi se mostraba renuente a ser extraditado a Buenos Aires, porque supuestamente iban a matarlo.
Sin embargo, ni bien encontró la oportunidad, se adaptó a la situación y ofreció colaborar con la justicia de su país, a cambio de una especie de amnistía solapada.
Como lo saben prácticamente todos los argentinos, Pérez Corradi y la red de tráfico de efedrina que dirigía fueron los principales aportantes para el financiamiento de la campaña política del anterior gobierno argentino, que es opositor al actual.
Entonces, se podría entender que Pérez Corradi acordó delatar a sus anteriores padrinos políticos para obtener ciertos beneficios.
Por ejemplo, Pérez Corradi no será alojado en ninguna cárcel federal o provincial. De hecho, su lugar de encierro es aún una incógnita.
Las versiones hablan de que, incluso, podría ser exonerado de prisión, pero mantenido alejado del ruido, siempre y cuando cumpla con hablar de todo lo que sabe.
Uno de los elementos que conducen a dicha hipótesis está contenido en la carta compromiso formada por la propia ministra de Seguridad del vecino país, remitida a un juez de Paraguay, en los días previos a la extradición.
El testimonio de Pérez Corradi será tan determinante en Argentina, que cuando llegó a Buenos Aires un agente se disfrazó con la ropa del criminal, para evitar que este sufriera algún tipo de atentado. Mientras en Argentina lo consideran una pieza clave para mantener o modificar el tablero político, en Paraguay Pérez Corradi era uno más de los tantos que dan de comer a la Policía corrupta.