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Durante la investigación se pudo acreditar que Luis Benítez Morel (prófugo), quien sería el cabecilla y financista del grupo de la banda, mantuvo comunicaciones con el acusado Daniel Demetrius Gibson, brasileño, de profesión químico, con antecedentes en Brasil por hechos semejantes a los de la presente causa. Este vínculo entre ambos procesados se justifica por el hecho de que Benítez Morel, como coordinador y financista del tráfico y comercialización descubiertos, se contactó con Gibson. Este, como químico, era el indicado para supervisar la producción en serie de pastillas de anfetaminas.
Por su parte, Nicolás Asunción Ramírez Fernández, era el encargado de custodiar la colchonería que en realidad era el laboratorio clandestino. El mismo se encontraba en el lugar al momento del procedimiento. Además, la investigación acreditó un permanente movimiento de dinero recibido y remitido mediante la empresa Cambios Chaco, entre los señores Nicolás Ramírez, Luis Benítez Morel y Édgar Benítez Morel (hermano de Luis). También hizo operaciones de compra y venta de divisas por más de G. 80 millones.
En cuanto a Caio Marcio Maffato, brasileño, en complicidad con vendedores de laboratorios comerciales (Farmanil Química), se encargaba de conseguir los productos o sustancias para la fabricación de las drogas, así como era el encargado de transportar los componentes químicos desde sus proveedores hasta los laboratorios clandestinos.
Por último, Bruno Franco Morel era un activo colaborador de la banda, era encargado de realizar operaciones bancarias, envíos de dinero, cambio de divisas, resaltó Ferreira en su acusación. Los elementos no fueron considerados por los jueces, según el agente.