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El domingo 16 de diciembre último murió Carlos Ayala Martí (25).
Su muerte se produjo a las 9:20 de la mañana en el Hospital San Pablo; personal médico intentó por espacio de una hora reanimarlo.
El cuerpo del joven fue trasladado a la morgue judicial para la autopsia de rigor, según manifestó el doctor Alfredo Meza al Ministerio Público.
El lunes 17 de diciembre, el equipo médico forense del Ministerio Público realizó la autopsia del cuerpo.
Los doctores Gustavo Zaracho y Carolina Bernal presentaron el siguiente informe: “No se observan hematomas a nivel del cráneo. Tras la apertura del cráneo se observa hemorragia intracraneánica parietal izquierda, sospechando que su origen proviene de una malformación arteriovenosa (no violenta)” (negritas son nuestras).
El informe forense agrega: “Se realizaron tomas radiográficas de cráneo y tórax en las cuales no se evidencian fracturas y se entrega a la fiscalía con lo cual se determina como causa de muerte un accidente cerebrovascular hemorrágico no violento” (negritas son nuestras).
La muerte de Carlos Ayala Martí fue natural, no fue víctima de un crimen.
Irresponsabilidad extrema del fiscal
En la misma mañana del domingo 16 de diciembre, Arturo Leiva Martí, hermano del fallecido, llega hasta la comisaría Metro 11 y plantea una denuncia de homicidio doloso contra Juan José Benítez.
Según Arturo Leiva, Juan José Benítez agredió físicamente a su hermano en un incidente que se habría registrado alrededor de las 4:00 de la madrugada del domingo 16.
Menciona en la denuncia, sin precisar horarios, que acompañó caminando a su hermano y yendo al hospital se desvaneció en dos oportunidades.
La muerte se produce, finalmente, a las 9:20 de la mañana del mismo día.
El fiscal Federico Leguizamón Noguera tomó la denuncia policial y redactó el acta de imputación teniendo como base única y exclusivamente la versión que dio el hermano del fallecido.
Ese mismo domingo 16 se prepara el acta de imputación y la Policía Nacional detiene a Juan José Benítez. El sospechoso de “homicidio doloso” se encuentra detenido en la penitenciaría de Tacumbú desde el 17 de diciembre.
El lunes 17 de diciembre, el equipo médico forense del Ministerio Público realiza la autopsia y el asistente fiscal Rubén Benítez Ríos participa de la pericia científica y labra acta de las conclusiones de los especialistas.
El documento se incorpora a la carpeta fiscal. Ya estaba en la cárcel Juan José Benítez cuando el fiscal Federico Leguizamón Noguera toma conocimiento de que Carlos Ayala Martí tuvo una muerte natural.
No fue víctima de un asesinato, sin embargo Juan José Benítez sigue en Tacumbú imputado por “homicidio doloso”.
Si tuviera un ápice de responsabilidad, el fiscal hubiera solicitado su inmediata libertad. Juan José Benítez no tiene por qué seguir en la penitenciaría.
Es un acto de barbarie la situación que impone el Ministerio Público: al agente fiscal Federico Leguizamón Noguera no le importa, no le interesa tener en la cárcel a un joven que no cometió ningún crimen.
Reclama libertad
Irma Benítez, hermana de Juan José, reclama la libertad del detenido: “Mi hermano no es un asesino. No mató a nadie pero está en la cárcel como sospechoso de un homicidio que no existió”.
El fiscal quizás sepa algo de leyes pero son los forenses los que determinan la causa de una muerte.
Lemir ratifica el motivo
El Dr. Pablo Lemir, director del equipo forense del Ministerio Público, ratifica que Carlos Ayala Martí tuvo una muerte natural.
“Murió de un accidente cerebrovascular y se observa en su caja craneal una malformación congénita no violenta. Muy probable un aneurisma”.
Menciona que no hay forma científica de conectar la pelea de las 4:00 de la madrugada con su muerte a las 9:20 de la mañana.
roque@abc.com.py