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Alvarenga, que fue removido del cargo tras este escándalo, fue acusado como autor de lesión de confianza. Por su parte, el suboficial Roberto Osorio fue acusado por estafa y producción de documentos no auténticos junto con el exgirador Juan Mendoza.
Los playeros de estaciones de servicios Miguel Barrios, Robert Flores, Gustavo Aquino, Claudio Montiel, Carlos Gómez y Pedro Delgado fueron acusados por hurto y complicidad en estafa.
El Ministerio Público solicitó la suspensión condicional del procedimiento para el suboficial Rosalino Benítez, “secretario” de Osorio, ya que colaboró con la investigación y quedó en la causa como testigo. Los agentes pidieron al juez Gustavo Amarilla que Benítez realice la donación de G. 4 millones a una entidad de beneficencia, entre otras reglas de conducta, por el lapso de un año. También se pidió la suspensión para el exadministrador de la Comandancia de la Policía, Carlos Jara Adorno.
Asimismo, solicitaron el sobreseimiento definitivo de la esposa de Roberto Osorio, Ada Liz da Rosa, y del hijo del excomandante Alvarenga, Francisco Alvarenga. La primera fue incluida en el proceso por enriquecimiento ilícito y el segundo por lavado de dinero.
Los investigadores explicaron que como el juez Amarilla cercenó el plazo de la pesquisa a abril y mayo de 2015, no se pudo encontrar elementos que acrediten el beneficio en ese periodo de tiempo. Sin embargo, la esposa y el hijo de Alvarenga están imputados en otra causa por los mismos hechos.
El caso está a cargo del juez Hugo Sosa Pasmor.
Cáceres y Piñánez también solicitaron el sobreseimiento definitivo de la suboficial Lourdes Chamorro, supuesta amante de Osorio. La mujer había adquirido una camioneta Hyundai Tucson a cuotas, con un salario que no supera los G. 2 millones, pero no pudo ser conectada a la causa de lesión.
Según la acusación, se montó todo un esquema para desviar G. 1.159.242.441 a través de 186 tarjetas free (al portador) de combustibles. Osorio fue el cerebro que tramitaba las tarjetas –con el visto bueno de sus superiores– y enviaba a Rosalino Benítez a las estaciones de servicios. Benítez pagaba a playeros que hacían consignar cargas de combustibles, pero en realidad entregaban dinero en efectivo que iba a parar en manos de Osorio.