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“Hasta ahora no cuenta dónde metió la plata, porque esa versión de que repartió a los pobres es muy poco creíble; nosotros sostenemos que guardó en algún lugar, en la casa de parientes o en el interior del país”, manifestó el jefe policial.
Precisamente, luego del millonario golpe, la Policía y la fiscalía allanaron no solo la casa del chofer, en Villa Elisa, sino también la vivienda de su suegro, donde no hallaron rastros.
Después, se hicieron otras diligencias en la propiedad del padre del chofer y hasta en la de su hermano menor, en el barrio Pa’i Ñu de Ñemby, pero otra vez sin resultados esperados, es decir, sin el dinero.
En un intento por ejercer presión, el Ministerio Público precisamente había dispuesto la demora de la esposa de Carlos González, Julia María Aurora Cáceres Quiñónez (30), así como de su suegro, Óscar Victorino Cáceres Portillo (63); de su padre, Basilicio González (55), y de su hermano Luis Alfredo González Mallorquín (24), quienes sin embargo después salieron libres.
Por de pronto, el dinero robado sigue desaparecido.