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La nueva orden de aprehensión fue emitida ayer y su cumplimiento corresponde a la Policía Nacional. Pese a estar libre solo en forma condicional, hasta ayer nadie sabía del paradero del procesado, lo que significa que nuevamente está prófugo.
Felipe “Barón” Escurra estaba recluido en la penitenciaría nacional de Tacumbú por los delitos de asociación criminal, transgresión a la ley de armas, reducción, posesión y tráfico de marihuana. Pero el 2 de septiembre pasado el juez Leonjino Benítez lo liberó a través de una dudosa decisión, al argumentar que “no tenía pruebas de que era un narcotraficante”.
“Barón” había sido detenido el 19 de agosto de 2016 en su bunker ubicado en las afueras de la ciudad de Capitán Bado, tras enfrentarse a tiros con agentes de la Senad, encabezados por el fiscal Samuel Valdez Céspedes.
Permaneció un año y un mes en la cárcel de Tacumbú y tras obtener su libertad, se dio el lujo de ser escoltado desde el reclusorio hasta su residencia de la colonia Cristino Potrero, situada en las afueras de Capitán Bado, por el entonces jefe del Destacamento Militar de Capitán Bado, el mayor Roberto Díaz, y otros tres militares. Estos fueron destituidos y sumariados tras la publicación del hecho.
El cuestionado juez Leonjino Benítez pasó por alto los informes provenientes de las autoridades policiales brasileñas, que señalan que “Barón” Escurra es uno de los mayores proveedores de marihuana al mercado brasileño.
Los agentes policiales brasileños del Grupo de Lucha contra el Crimen Organizado (Gaeco) necesitaron de mucho tiempo para descubrir el modo en que operaba el traficante paraguayo, a través de escuchas telefónicas que Escurra mantenía con un narco preso en el Brasil, se informó.
Fue así como pudieron descubrir las rutas y la cantidad de envíos que realizaba Escurra desde Capitán Bado y las rutas que utilizaba su organización internacional.