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El pequeño laboratorio contaba con todos los accesorios y elementos químicos para procesar la pasta base traída de Bolivia y convertirla en clorhidrato de cocaína, que luego era comercializada en el Brasil.
El sitio está instalado en un área de densa vegetación a la que se llega a través de un angosto sendero, precisamente para evitar que los antidrogas puedan llegar de sorpresa. Aparentemente, los narcos fueron alertados de la llegada de los uniformados a la zona y escaparon sin llevarse ninguno de sus elementos, señalaron.