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Si se considerara aquel refrán “la primera impresión es la que queda”, nadie podría creer que las oficinas ubicadas en el edificio de Cacique Lambaré casi Juana de Lara son de juzgados.
Si bien el edificio de departamentos habrá sido útil en los primeros años de los 18 que es alquilado por el Poder Judicial, el aumento de los expedientes y la falta de manutención lo han transformado en un local totalmente inadecuado.
Dormitorios, cocinas y áreas de servicio se han convertido en escenarios de improvisados despachos, salas de audiencia y archivo de expedientes.
A esta situación se suman el deterioro de las instalaciones, evidenciadas por improvisadas paredes de papel, vestigios de humedad en las paredes, cerraduras “aseguradas” con cinta adhesiva y baldes para las goteras que dejan a la “majestad de la justicia” verdaderamente por el suelo.
Los muebles no se quedan atrás, estantes rotos, sillas sin respalderos y con espumas a la vista, o cubiertas con cinta adhesivas, completan el desolador escenario de los juzgados de Lambaré.
Los funcionarios trabajan en una situación de hacinamiento, debiendo sortear pilas de expedientes que se encuentran esparcidos por doquier.
Pero no solo los funcionarios son afectados por esta situación, pues también los abogados y justiciables, que muchas veces deben participar en audiencias parados, por la falta de lugar.
El pasillo entre las secretarías es lo más parecido a un sauna y los letrados sudan la “gota gorda” hasta poder ingresar a las secretarías, siempre repletas.
El viernes nada más, en la audiencia preliminar al exintendente de Lambaré Roberto Cárdenas, los abogados debían entrar por turno a la sala para realizar sus planteamientos.