De la oscura incertidumbre, a un futuro prometedor

Aldea SOS integra la nómina de los más de 60 hogares de niños de nuestro país, pero con un modelo de crianza similar a la familiar que la diferencia de los demás hogares de niños. Como dice el nombre, se trata de una comunidad conformada por varias casas, cuyos integrantes forman una familia. Cada casa está a cargo de una “madre”, que recibe asistencia económica de la organización para sustentar a los niños a su cargo, que pueden llegar a siete.

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No se trata de una adopción propiamente dicha, pero es una respuesta más cercana a un ambiente familiar que se les da a estos niños que quedaron sin cabida en su núcleo natural, ya sea por abandono, tragedia o violencia familiar.

Gerónimo Santi ingresó con dos hermanas, una le lleva un año y la otra seis; y en un principio fue ubicado en una familia con ocho niños, en la aldea de Hohenau. Como una de sus hermanas era sordomuda y en aquel entonces –hablamos de unos veinte años atrás– la única escuela que había estaba en Asunción, Gerónimo y sus hermanas quedaron a cargo de una madre en la aldea de Zeballos Cue.

Concluido el colegio, empezó el cursillo para Derecho, pero no le gustó. En el 2003 fue becado a Cuba para estudiar Educación Física y regresó en el 2008.

“Lo que más extrañé en Cuba fue mi familia. Cuando volví, encontré que algunos de mis hermanos se habían ido al Brasil, a Caaguazú y a Ciudad del Este. Yo siempre vengo de visita y aunque son otros chicos, me siento en casa otra vez”, comentó.
Retorno

Hoy, a los 30 años, Gerónimo divide su tiempo entre su trabajo como funcionario del Ministerio de Educación y Cultura, las clases de gimnasia, yoga y danza que imparte a adultos de la tercera edad, en forma gratuita, de martes a viernes en el Club del Adulto Mayor, en un local de la Iglesia Medalla Milagrosa, y la hamburguesería que inauguró el año pasado en Fernando de la Mora con uno de sus hermanos.

“Yo estuve cinco años fuera del país y ahora quiero retornar a la comunidad toda la ayuda que me dieron”, afirma, para luego comentar sus planes para el futuro.

“Ahora quiero crear la asociación de egresados, para crear bolsa de trabajo, asesorar a los jóvenes para que puedan independizarse, porque no a todos les va bien. A algunos les cuesta adaptarse y buscan despertar lástima para seguir recibiendo ayuda, yo quiero hacer que se despierten y busquen conseguir las cosas por sí mismos”, explicó.

En el plano personal, nuestro entrevistado ya formó su propia familia y para eso buscó a una persona con la misma vocación de servicio que él tiene. Él vive en pareja con una enfermera que presta servicios en el IPS y Emergencias Médicas, con quien tiene una niña de dos años, Jazmín.

Una de sus hermanas se fue a vivir en España y la otra se casó también y tiene una hija de 9 años.

Experiencias compartidas

Experiencias como las de Gerónimo Santi y Rumilda Amarilla demuestran la importancia de brindar apoyo a la niñez desamparada, pues de un incierto panorama derivado de un conjunto de situaciones que determinaron su alejamiento de sus familias, hoy son personas con un futuro forjado, ciudadanos de bien, útiles a la sociedad. Distinto sería si hubiesen crecido en las calles, expuestos a la violencia y a las drogas.

Fotos: Carlos Shahtebek y David Quiroga.

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