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Una fianza real de G. 1.200 millones, prohibición de acercarse a la Facultad de Veterinaria, de salir del país y de cambiar de domicilio sin autorización judicial, así como la comparecencia mensual en tribunales, son las medidas establecidas por el juzgado.
Caballero, procesado por lesión de confianza, está preso desde el 21 de octubre pasado. En la audiencia de revisión realizada la semana anterior, Caballero rechazó la libertad bajo fianza requerida por la defensa, tras alegar que a su criterio, existe peligro de obstrucción a la investigación.
Cámara no ve obstrucción a investigación
Sin embargo, la Cámara de Apelación de Central integrada por Lourdes Cardozo, Fabriciano Villalba y Sonia de León revocaron la resolución de la magistrada, tras concluir que es suficiente la imposición de medidas sustitutivas de prisión.
Además de Caballero, también están procesados otros 50 funcionarios de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) con relación a este caso, entre ellas el exrector Froilán Peralta.
Procesados, libres
Precisamente la reciente liberación de Peralta –igualmente dispuesta por la Cámara– fue otro de los argumentos esgrimidos por Caballero para salir de prisión, a modo de igualdad procesal. Todos los demás procesados –imputados por cobro indebido de honorarios– están en libertad.
Por otro lado, el abogado Pedro Almada dijo que a su criterio, la investigación fiscal ha avanzado lo suficiente para demostrar que los comisionamientos cuestionados a su defendido, fueron realizados dentro del marco de la legislación vigente.
“Nosotros tenemos la convicción de que todo lo que él hizo a partir de que haya tomado lugar en el rectorado, fue dentro del marco de la ley y dentro de esa facultad reglada que es la ley universitaria”, explicó Almada.
La causa de la “comepapeles”
En San Lorenzo se tramita paralelamente un proceso abierto a la exdirectora de Talento Humano de la UNA, María del Carmen Martínez, y otras dos funcionarias por intentar destruir evidencias. Martínez fue sorprendida en flagrancia al intentar ocultar documentos del Rectorado –e incluso comerlos–, mientras que las otras dos fueron descubiertas en la oficina a la noche.