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La detención del conocido “pirata del asfalto” Juan Carlos Benítez Ramírez, ocurrida el sábado último en Ciudad del Este, en el marco de la investigación del robo de los 11.720.255 dólares de Prosegur, denotó dos situaciones claras.
Una es que los policías esteños todo el tiempo sabían dónde estaba oculto el marginal, pero nunca decidieron atraparlo, pese a las 10 órdenes de captura que acumulaba.
La otra es que quedó claro que cuando “las papas queman”, los agentes fronterizos están dispuestos a sacrificar sus “cartuchos”, con tal de justificar su inacción.
Es que, en principio, la Policía informó que Benítez estaba ligado al megaasalto en Ciudad del Este, pero para la Fiscalía resulta claro que por lo menos en este hecho no tuvo participación, aunque sí en varios otros atracos a transportadores de caudales y bancos.
Entonces la localización y el aparatoso arresto del delincuente esteño pudieron haber sido solamente un medio para que la Policía justifique su hasta ahora evidente inutilidad en el sonado caso.
De hecho, en la Triple Frontera corre la versión de que los policías estarían dispuestos a presentar a cualquier otro sospechoso, pese a ser inocente, con tal de aplacar las severas críticas.
Al otro lado
La situación al otro lado de la frontera es totalmente distinta debido a que Brasil, en menos de 24 horas del robo ocurrido el lunes 24 de abril, ya había conseguido recuperar una buena parte del botín, eliminar a tres miembros de la gavilla e incautar varias de las posesiones de los maleantes.
El hecho de que la Policía no tenga absolutamente nada nuevo en su investigación también empezó a generar un resquebrajamiento de la relación con la Fiscalía, que parece no querer prestarse al juego de la Policía e imputar por el caso Prosegur a falsos inocentes.