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EL CAIRO (EFE). El desalojo fue precedido de un intenso tiroteo sobre el minarete de la mezquita de Al Fateh, una de las más reconocibles de la capital, que se encuentra junto a la estación de ferrocarril de Ramsés.
Ni las autoridades ni los Hermanos Musulmanes han facilitado información sobre el número de víctimas en el asalto, aunque pudieron verse heridos, presuntamente manifestantes islamistas, que eran evacuados del lugar en volandas.
El asedio del templo había comenzado en la noche del viernes, cuando se registraron duros enfrentamientos en los que murió uno de los hijos del líder espiritual de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badía.
A lo largo de la mañana, vecinos del lugar y manifestantes antiislamistas armados con palos y barras de hierro intentaron irrumpir en el templo, donde los atrincherados habían levantado barricadas con muebles para evitar su entrada.
El impresionante despliegue policial en torno al lugar elevó la tensión hasta que, al mediodía, las fuerzas de asalto abrieron fuego intenso sobre el minarete del templo, desde donde, según los medios estatales, se habían empezado a recibir disparos.
Poco después, la policía entró en la mezquita y capturó, según explicaron fuentes de seguridad, a los hombres que habían disparado sobre la muchedumbre desde el minarete.
Antes y después del dispositivo, agitadores y residentes en el área intimidaron en las inmediaciones a un gran número de periodistas egipcios y extranjeros, que fueron retenidos y en algunos casos agredidos.
El asalto a la mezquita de Al Fateh se produjo después de un sangriento viernes, en el que, según las cifras facilitadas por el Gobierno, al menos 173 personas murieron y más de mil fueron detenidas, mientras que el total de víctimas mortales desde el miércoles se estima en más de 800 personas.
Sin embargo, eso no impidió que ayer, de nuevo, miles de islamistas tomaran las calles en claro desafío a las autoridades apoyadas por el Ejército, tras la entrada en vigor del toque de queda a las 19:00 hora local (17:00 GMT).
Manifestaciones en El Cairo, Alejandría, Asiut o Minia reivindicaron la restitución en la Presidencia del depuesto mandatario Mohamed Mursi, derrocado por un golpe de Estado militar el pasado 3 de julio.
La presión sobre los Hermanos Musulmanes y sus aliados no se limita a las calles: las autoridades egipcias comenzaron ayer a dar señales de que la cofradía islámica podría ser ilegalizada, después de que varios de sus líderes ya hayan sido detenidos. El portavoz gubernamental, Sherif Shauki, aseguró que el Ejecutivo estudia los medios jurídicos para disolver la Hermandad, aunque luego matizó esas declaraciones.