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NACIONES UNIDAS, Estados Unidos (AFP). El agravamiento de la crisis ocurre en medio de una debacle económica de Venezuela, con una caída del producto interno bruto (PIB) evaluada en 50% desde 2013 –el año en que el socialista Nicolás Maduro llegó al poder–, un salario mínimo de 7 dólares al mes y una inflación que en 2018 cerró en 1.700.000%.
Todo ello con la consecuencia de la enorme escasez de alimentos y medicinas que ha llevado a un éxodo masivo de venezolanos. Según cifras de la ONU, 2,3 millones de personas salieron del país desde 2015.
Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional controlada por la oposición, se comprometió el pasado miércoles ante una multitud de seguidores en Caracas a seguir el mandato de la Constitución y encabezar un gobierno de transición que organice nuevas elecciones y saque del poder a Maduro, que inició su segundo “mandato” el 10 de enero tras elecciones calificadas de fraude por la oposición y medio centenar de países.
Pero Guaidó continúa sin poder ejercer plenamente la presidencia al no contar con el apoyo de instituciones claves para continuar con el plan transición: Fuerzas Armadas, el Tribunal Electoral y el Supremo Tribunal.
Por su parte, el tirano Maduro se aferra al poder apoyado por los militares que son considerados el sostén del gobierno. La cúpula castrense reafirmó su “lealtad” a Maduro, denunciando un “golpe de Estado” en marcha.
De 32 ministros, 9 son militares y dirigen carteras como Defensa, Interior, Agricultura y Alimentación, además de la petrolera PDVSA –que aporta 96% de los ingresos del país– y el servicio de inteligencia. También controlan una televisora, un banco y una ensambladora de vehículos, entre otras empresas.
El gobernante socialista cuenta con dos aliados China y Rusia, que además son sus principales acreedores.
China con unos US$ 20.000 millones pendientes de pago, se opuso a la “injerencia externa”, tras el apoyo de Estados Unidos y otros países a Guaidó.
Rusia es el segundo acreedor de Caracas y además lo respalda militarmente.
Ayer, los gobiernos ruso y chino bloquearon un proyecto estadounidense ante el Consejo de Seguridad sobre Venezuela que pedía otorgar “un apoyo pleno” al Parlamento opositor.
El texto destacaba el compromiso de la Asamblea con la restauración de la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela, subrayaba la falta de legitimidad del último proceso electoral y condenaba la represión contra contra manifestantes opositores.
Todas esas menciones fueron rechazadas por Rusia, que con el apoyo de China rompió un procedimiento de silencio entre los 15 integrantes del Consejo que apuntaba a lograr una adopción del documento.
Según diplomáticos, el proyecto está ahora enterrado, y un texto propuesto por Rusia se limita a pedir un diálogo político en Venezuela, lo cual es inaceptable para Estados Unidos.