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Los históricos vagones La Brugeoise empezaron a rodar el 1 de diciembre de 1913, cuando la capital argentina, decidida a imitar a París, inauguró la línea A de metro, la primera de Suramérica y la decimotercera mundial.
Las renqueantes formaciones, que conservan los bancos de madera originales, los viejos espejos y las lámparas de tulipa, se han ganado el cariño de los millones de pasajeros que las han usado a diario durante décadas y ven con tristeza su desaparición.
La Red del Patrimonio, integrada por medio centenar de ONG, aspira a que la Unesco declare Patrimonio de la Humanidad a “las Brujas”, como son conocidas popularmente.