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Más de un millar de personas se reunieron a los pies del Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico, para escuchar de cerca los últimos tañidos de las campanas antes de que la famosa torre y el reloj se sometan a un tratamiento de rejuvenecimiento de 29 millones de libras (31,7 millones de euros; unos 37 millones de dólares).
El Big Ben es estrictamente la campana del gran reloj ubicada en la torre de 96 metros de altura y construida en 1856.
La torre en sí misma no tenía un nombre propio, siendo conocida por años simplemente como la Torre del Reloj.
En 2012, por el 60° aniversario de la coronación de la actual reina Isabel II, fue bautizada oficialmente como Torre Isabel.
La campana pesa 13,7 toneladas, señala cada hora y está rodeada de otras cuatro más pequeñas que marcan los cuartos de hora.
Para los trabajos de renovación, la campana se desconectará y su “dong” dejará de marcar las horas como ha hecho en los últimos 158 años casi sin excepción.
Muchos parlamentarios y hasta la primera ministra británica expresaron su indignación ante la perspectiva de no volver a escuchar las campanas del Big Ben hasta 2021, salvo para ocasiones especiales, como Año Nuevo.
Para el ministro del Brexit, David Davis, es una medida “demente”, y una obra “completamente loca” para el diputado James Gray.
El motivo para silenciar el carrillón durante las obras es proteger del ruido ensordecedor (de 118 decibelios) a los trabajadores.
“Díganles a esos pobres chiquillos que se pongan audífonos” , dijo el diputado Nicholas Soames, nieto de Winston Churchill.
La primera ministra, Theresa May, intervino en la polémica, diciendo que “no está bien que el Big Ben calle durante cuatro años” y pidió que se revise “urgentemente” el calendario de las obras.