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BEIRUT (AFP). Los ataques de la coalición internacional dirigida por Estados Unidos y las ofensivas lanzadas por el ejército iraquí, los kurdos o las milicias chiitas la obligaron a ceder terreno, como las ciudades sirias de Kobane y Tall Abyad, y en Irak Tikrit.
Pero en otras zonas la organización logró victorias espectaculares, como la conquista de Palmira en el desierto sirio o Ramadi, capital de Al Anbar, la mayor provincia de Irak.
“El grupo actúa como una guerrilla: puede quedar debilitado en una región y ganar fuelle en otra, pero seguirá existiendo en un futuro cercano”, advirtió Hasan Hasan, analista de Chatham House.
Aunque las fronteras del “califato”, proclamado el 28 de junio de 2014 en los territorios conquistados en Siria y en Irak, pueden fluctuar, “creo que existirá por lo menos una década”, añadió.
“La idea de un califato y del califa Ibrahim seguirá viva en la mente de muchos de sus miembros y simpatizantes en el mundo”, abunda Charles Lister, del Brooking Doha Centre.
“El más rico”
El éxito del EI se debe a sus recursos financieros, su capacidad militar y su facultad de apoyarse en las quejas legítimas de las poblaciones locales contra los regímenes de Irak, minado por la inestabilidad, y Siria, devastada por la guerra.
“El EI es el grupo terrorista más rico del mundo con ingresos de casi dos millones de dólares por semana”, afirmó Patrick Johnston, politólogo del grupo de análisis Rand Corporation.
Los bombardeos de la coalición contra los campos petroleros controlados por el EI y la caída de los precios del petróleo hicieron menguar sus ganancias, pero se las arregló para compensarlo.
“Extorsiona, recauda impuestos y vende bienes saqueados durante las conquistas”, puntualizó Johnston.
Militarmente, el grupo se beneficia de la experiencia de sus fundadores, entre los que figuran muchos exoficiales y miembros de los servicios de seguridad del exdictador iraquí Sadam Husein, derrocado por los estadounidenses después de la invasión de 2003. Tienen la experiencia de ocho años de guerra con Irán.
El EI cuenta además con una amplia reserva de reclutas, sobre todo de combatientes extranjeros, y con un depósito importante de equipamiento, ya sean armas ligeras, artillería, arsenal antitanques, tanques y blindados, como los vehículos estadounidenses arrebatados al ejército iraquí.
El EI compra asimismo equipamientos en el mercado negro y “dispone de armas y medios para operar como un pequeño ejército”, resume Hasan.
Pese a algunos logros, la coalición internacional tiene un margen de maniobra limitado por la ausencia de tropas en el terreno y sobre todo de información, aseguran los expertos.
Administradores
El Estado Islámico ha concentrado su expansión en las regiones donde las fuerzas de seguridad han quedado debilitadas por la guerra.
Después de la captura de un territorio, el grupo instaura una administración e instala su policía, indicó Johnston. Los yihadistas dan una de cal y otra de arena a la población local, a la que aterrorizan con ejecuciones públicas brutales y al mismo tiempo ofrecen una relativa estabilidad y servicios públicos como la salud y la educación.
“La gente teme los abusos del grupo pero algunos se sienten más tranquilos con su modelo de gobierno y de todas maneras no tienen otra alternativa”, afirmó Hasan.
Esta ausencia de alternativa es una de las claves del éxito del EI en Irak y Siria, donde la población sunita se sentía excluida del poder, en manos de los chiitas.
En Siria la comunidad sunita encarna la rebelión contra el presidente dictador alauita Bachar al Asad y en Irak acusa al Gobierno de discriminación.
“Una verdadera solución al problema del EI pasa por poner remedio a las divisiones en la sociedad que el grupo exacerba y aprovecha en beneficio propio”, dijo.
Sin precedentes
El informe anual del Departamento de Estado sobre terrorismo alerta del avance territorial “sin precedentes” del Estado Islámico (EI), un movimiento extremista suní, que ha medrado en los más de cuatro años de guerra siria y controla un territorio que va desde las afueras de Alepo (Siria) hasta las riberas del Tigris y Éufrates en Irak.
El EI y grupos afiliados a esa ideología extremista, como la secta radical islámica nigeriana Boko Haram, están tomando el relevo como gran amenaza terrorista internacional a Al Qaeda, “cuyo liderazgo central se ha visto debilitado”, pese a servir de inspiración para grupos en el Magreb, Yemen o Somalia, según el informe.
“Pese a la fragmentación de Al Qaeda y sus afiliados, los estados débiles y fallidos han servido de entorno viable para el aumento de violencia radical y extremista, especialmente en Yemen, Siria, Libia, Nigeria e Irak”, apunta la investigación.
Los yihadistas del EI se han hecho también fuertes en Libia, donde controlan la ciudad de Sirte, y han conseguido la vinculación de grupos como Boko Haram, que ha llevado a cabo matanzas en masa y ha extendido su modus operandi especialmente cruel a África Occidental.
El sello de la crueldad
Las matanzas, con fotografías y vídeos difundidos a través de las redes sociales, se convirtieron en su sello de identidad. Comenzaron con la de unos 1.700 reclutas, en su mayoría chiitas, en Irak y le siguieron 700 miembros de una tribu sunita siria. El grupo también ejecutó a soldados sirios, decapitó a cooperantes y periodistas, disparó a homosexuales desde tejados y quemó en una jaula a un piloto jordano. El EI ha caído en “una especie de ritual de la violencia e incluso en una pornografía de la violencia”, recalcó Peter Harling, de Crisis Group.