La colocación del monumento coincidió con una protesta formal de la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay al presidente Tabaré Vázquez, en la que cuestionó el apoyo del Gobierno al traslado de la estatua y la celebración de una misa en honor al papa en la Embajada uruguaya en el Vaticano. La instalación de la estatua en la vía pública fue promovida por Vázquez tras un almuerzo con el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, y aprobada por unanimidad en la Junta Departamental de la ciudad la semana pasada.

El presidente de la Federación Evangélica, Oscar Bolioli, dijo a ANSA que hubo "apresuramiento" para decidir el traslado del monumento de Juan Pablo II desde el patio de una iglesia al cantero central del Bulevar Artigas, en la zona céntrica de Tres Cruces.

En ese lugar se encuentra desde 1987 una cruz que conmemora la misa que ofreció el fallecido pontífice durante su primera visita a Uruguay, ese año.

Bolioli expresó su "sorpresa" debido a que "un gobierno con menos de dos meses establece en pocos días un diálogo con la Iglesia Católica" y "no se está tomando en cuenta, no solo a los protestantes, sino a la inmensa masa ciudadana", entre los que se incluyen los no creyentes y adeptos a otras religiones.

En una carta dirigida a Vázquez, las iglesias cristianas no católicas entienden que la separación entre el Estado y la Iglesia "ha sido desplazada" privilegiando "un modelo de Estado confesional".

Uruguay es el único país de Sudamérica en el cual existe la separación entre Iglesia y Estado.