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PEKÍN y MADRID (EFE, AFP). Técnicamente, se trata de diecisiete elementos de la tabla periódica, todos ellos metales, que se denominan tierras raras porque son difíciles de extraer, aunque en realidad no son “ni tierras ni raras”, según explica un investigador del Instituto de Química Orgánica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Bernardo Herradón.
Aunque muchos de estos metales se pueden encontrar en gran parte del mundo, Herradón apunta que, en realidad, son muy pocos los países que los pueden extraer y que pueden hacer que esa extracción sea rentable, ya sea por normas medioambientales como por criterios económicos, lo que explica que “China se haya convertido en la principal suministradora”.
“Ser productor de tierras raras es ahora mismo, tecnológica y estratégicamente, muy importante”, explica el experto.
Según él, por esta misma razón, seguramente los países occidentales vayan a estudiar volver a retomar la actividad minera de tierras raras que en su día suspendieron por motivos medioambientales y económicos.
Dependencia mutua
La guerra comercial entre Washington y Pekín quemó una nueva etapa con el pulso tecnológico que afectó a Huawei, el gigante fabricante chino de teléfonos inteligentes, cuya existencia se ve amenazada tras el embargo a los “chips” electrónicos estadounidenses.
Pero de la misma forma que Pekín depende de la tecnología estadounidense, Washington, como el resto de países, tiene una gran dependencia de algunas exportaciones chinas, como las tierras raras.
El gigante asiático produce el 90% de tierras raras del planeta, un conjunto de 17 metales esenciales en la fabricación de productos tecnológicos punteros, como los teléfonos inteligentes, las pantallas de plasma o los vehículos electrónicos.
“Las tierras raras son un importante recurso estratégico”, remarcó el presidente chino Xi Jinping.
“Solo en el caso en que poseamos una tecnología independiente, podremos ser invencibles”, añadió el presidente chino.
El sinólogo Li Mingjiang, de la Escuela S. Rajaratnam de estudios internacionales de Singapur, dijo que “está claro que en estos momentos, en el seno del Gobierno chino, reflexionan sobre la posibilidad de utilizar la prohibición de las exportaciones de tierras raras como una arma política contra Estados Unidos”, añadió.
Un embargo de las tierras raras “afectaría a un determinado número de industrias estratégicas” en Estados Unidos, como la robótica, la informática, la aeronáutica o los láseres medicales, explica el analista David Lennox del gabinete Fat Prophets.
Aunque el impacto no sería “inmediato”, tendría repercusiones, ya que “no hay un verdadero sustituto de las tierras raras”, explica.
¿Limitará Pekín su provisión?
Las tierras raras son unos “metales estratégicos”, fundamentales para la industria tecnológica.
China dispone, así, de un “arma estratégica”.
En 2010, en represalia por una disputa territorial, las autoridades chinas ya interrumpieron las exportaciones de tierras raras a Japón.
No obstante, según el analista político Chen Daoyin, “China no quiere entrar directamente en conflicto con Estados Unidos”, pero las tierras raras sirven para “meter presión psicológica”.