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En Roma, en la zona de Casale San Basilio, al norte de la capital, cuatro agentes resultaron heridos, según el diario La Repubblica.
Las hostilidades empezaron por el traslado de un grupo de unos veinte inmigrantes a una escuela local, lo que generó protestas por parte de los residentes del barrio apoyados por militantes de extrema derecha del movimiento Casa Pound.
“No los queremos”, “tememos por nuestras mujeres”, gritaban los manifestantes, mientras un grupo de mujeres ocupó en fila india la carretera para impedir el paso del bus que transportaba a los inmigrantes.
La prefectura romana denunció a los grupos extremistas de fomentar el clima de rechazo y odio contra los inmigrantes que huyen de África y Medio Oriente debido a la crisis política, social y económica.
En la localidad de Quinto, en la región Véneto, al norte, la llegada de 101 inmigrantes, que tenían que ser alojados en apartamentos vacíos, desencadenó la rabia de los habitantes que quemaron las camas, cobijas y sábanas dispuestas para ellos.
“Es una invasión, que se vayan”, gritaba uno de ellos, según cuenta el diario Il Corriere della Sera.
Según el gobernador del Véneto, Luca Zaia, del partido contra la inmigración Liga Norte, “la región se está africanizando. No se pueden instalar campos para refugiados al lado de barrios con niños”, lamentó. Mientras se trata de buscar la receta que ponga fin a las muertes en el Mediterráneo, el flujo de inmigrantes rumbo a Italia se mantiene.