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BRASILIA (AFP). “Quiero invitar a todos al salir de aquí (...) a una parrillada, para comer carne brasileña”, declaró Temer al abrir la reunión con los diplomáticos. “Si aceptaran la invitación, nos harían muy felices”, agregó.
La Policía Federal (PF) destapó el viernes un esquema en el que inspectores sanitarios supuestamente recibían sobornos de los frigoríficos para autorizar la venta de alimentos no aptos para el consumo.
Más de 30 personas fueron detenidas hasta el momento, tres frigoríficos fueron clausurados temporalmente y 21 se hallan bajo investigación. Entre los sospechosos figuran empresas como JBS, BFR y Peccin, pesos pesados del país, primer exportador mundial de carne bovina y avícola.
“La manera como se dio la noticia pudo haber creado una preocupación muy grande, tanto en países que importan nuestra carne como en consumidores brasileños”, admitió Temer, que previamente se había reunido con ministros y responsables gubernamentales de las áreas concernidas y con representantes de los frigoríficos.
“Es importante destacar que, de 11.000 empleados, solo se investiga a 33 y que, de las 4.837 unidades sujetas a inspecciones, apenas hay 21 presuntamente implicadas en eventuales irregularidades. Y de esas 21, solo seis realizaron exportaciones en los últimos 60 días”, expuso.
Para tratar de despejar las amenazas sobre el sector, Temer anunció que el gobierno ordenó “acelerar las auditorías de los establecimientos citados en la investigación de la Policía Federal”.
El caso desató las alarmas fuera de Brasil, que vende carne a unos 150 países.
Las exportaciones brasileñas de carne de pollo superaron en 2016 los 5.900 millones de dólares. Los diez mayores compradores fueron Arabia Saudita, China, Japón, Emiratos Árabes Unidos, Singapur, Corea del Sur, Kuwait, Egipto y Venezuela, según datos del Ministerio de Desarrollo y Comercio Exterior (MDIC).
Las ventas de carne bovina sumaron 4.300 millones de dólares, destinadas principalmente a Hong Kong, China, Egipto, Rusia, Irán, Chile, Italia, Holanda, Venezuela y Arabia Saudita.
El escándalo corre el riesgo de asestar un nuevo y duro golpe al país, sumido desde hace más de dos años en la peor recesión de su historia y con sus principales constructoras involucradas en la gigantesca investigación “Lava Jato”, sobre sobornos en la estatal Petrobras.