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Cunha, del gobernante Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), fue detenido el miércoles en Brasilia y conducido a prisión por orden del juez Sergio Moro, que encabeza la investigación del Lava Jato, la monumental trama de corrupción en la petrolera estatal Petrobras donde se habrían robado unos 8.000 millones de dólares bajo el mandato de Lula da Silva, cuyo gobierno contaba con el apoyo del PMDB.
La detención de Cunha, el hombre que guió el proceso de destitución de la expresidenta Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores, PT) y su sustitución por Michel Temer (PMDB), ha sacudido al Gobierno y a la oposición.
El gabinete de Temer ha optado por el silencio para marcar distancia con su otrora poderoso dirigente, mientras en las filas del PMDB y del PT no se oculta el nerviosismo por la cantidad de información que Cunha podría utilizar para pactar con la Justicia una reducción de condena a cambio de una “delación premiada”.
Además, en los últimos meses ha estado escribiendo un libro en el que recopila suficientes datos como para arrastrar en su caída a más de un centenar de políticos, incluidos varios miembros del Gobierno e incluso al propio presidente Temer.
De momento, en la prisión donde fue internado, Cunha está solo en una celda para evitar contactos con otros políticos y empresarios encarcelados por la corrupción en Petrobras que, en su mayoría, han pactado delaciones a cambio de rebajas en sus condenas.