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Los avances son mínimos y los conflictos –principalmente entre países industrializados y en vías de desarrollo– persisten en asuntos clave como la financiación, el aumento de los recortes de emisiones, la adaptación y el procedimiento para que cada país pueda mostrar sus logros. El secretario general de la ONU, António Guterres, que ya participó en la apertura de la cumbre el pasado 3 de diciembre, regresó a Katowice para advertir del riesgo de no lograr un acuerdo y para, a través de unos encuentros bilaterales, tratar de engrasar las negociaciones.
“Perder esta oportunidad pondría en entredicho nuestra última buena oportunidad para detener el cambio climático” y eso “sería suicida”, afirmó.
La COP24 es, según Guterres, la cumbre del clima más importante desde la de 2015, en la que se logró sellar el Acuerdo de París, que apuesta por limitar el calentamiento global claramente por debajo de los 2 grados centígrados con respecto a niveles preindustriales.
El contexto geopolítico actual está pesando en la 24ª Conferencia de la ONU sobre Clima. Además de la salida anunciada de Estados Unidos del Acuerdo de París, la incertidumbre sobre la permanencia de Brasil bajo el futuro gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro o la revuelta de los “chalecos amarillos” en Francia contra una tasa ecológica sobre el carburante parecen estar calando en los ánimos de los negociadores.