Sigue ola de violencia en el noreste de Brasil

Nuevos actos vandálicos se han registrado en el estado de Ceará, el último ayer en la madrugada, en medio de una ola de violencia que desde hace 20 días azota el noreste de Brasil y que se ha saldado ya con 404 detenciones, según el balance presentado por las autoridades.

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SÃO PAULO (EFE). Desde principios de este año, una serie de acciones criminales contra edificios públicos, vehículos y establecimientos comerciales se han repetido en el estado de Ceará, al noreste del país, orquestadas al parecer por clanes criminales que actúan desde el interior de los presidios en protesta contra el refuerzo de control en las cárceles.

Como en casi todo Brasil, el grupo paulista Primer Comando Capital (PCC) y el fluminense Comando Vermelho (CV) se disputan el control criminal en la zona. 

Tras años de acuerdos de tregua y sociedad, rompieron esas relaciones, y están en guerra desde el 2016. 

En la región de Ceará actúa también el grupo local Guardianes del Estado (GDE), apoyados por el PCC.

Según informó la Secretaría de Seguridad Publica y Defensa Social del estado de Ceará, hasta ayer y durante los últimos 20 días, 404 sospechosos han sido arrestados por las fuerzas de seguridad del estado, cuatro de ellos durante este fin de semana.

Durante la noche del pasado sábado, según han publicado los medios locales, seis personas lanzaron un cóctel molotov contra una estación de la distribuidora energética Enel.

La empresa ya fue objetivo de ataques el pasado fin de semana al recibir en una de sus torres de energía una ofensiva con explosivos en la zona metropolitana de Fortaleza, capital del estado de Ceará, lo que ha llevado a la empresa a tomar medidas de seguridad y recortar las operaciones y el número de equipos en las calles.

En la misma noche, delincuentes prendieron fuego en dos escuelas públicas y un autobús escolar en Itarema, un municipio del litoral del estado.

Tras la ola de violencia que azota a la región, la Asamblea Legislativa aprobó un paquete de medidas contra la violencia, entre las que se encuentra el pago de recompensas a quienes denuncian a los autores de los ataques.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, envió al comienzo de los actos a unos 300 agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad, contingente que, días después, fue reforzado con 200 agentes más ante la repetición de los ataques.

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