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Bien sea por una diferencia amorosa o un pleito entre vecinos, en menos de dos semanas cinco personas han sido atacadas con productos químicos corrosivos, que les han ocasionado graves quemaduras. El último caso, ocurrido el miércoles en Medellín, causó la muerte a la víctima, un joven de 22 años que resultó muy afectado en el rostro.
El fenómeno, sin embargo, está lejos de ser nuevo. Desde 2004, casi un millar de agresiones con ácido se han registrado en Colombia, según cifras de Medicina Legal.
Pero una fiebre mediática se desató en el país tras el ataque a fines de marzo contra Natalia Ponce, una joven de 33 años proveniente de una familia acomodada de Bogotá.
“Lamentablemente se habló del tema una vez que esa violencia impactó a una familia que tiene buenos recursos y buenos contactos. Antes era un delito anónimo, que afectaba a la gente pobre”, dijo a la AFP la parlamentaria Gloria Stella Díaz, que ha luchado desde hace años contra esta triste especialidad colombiana.
Miembro del movimiento cristiano MIRA, la legisladora estimó que esta forma de agresión es “señal de una sociedad enferma, en la que la gente se ha acostumbrado a la violencia”, en medio del conflicto armado que azota a Colombia.