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Ese día, después de 23 años en el poder, Zine El Abidine Ben Ali huyó con destino a Arabia Saudita mientras en la calle los manifestantes gritaban “Ben Ali lárgate”, convirtiéndose en el primer dirigente de un país árabe en dejar el poder por la presión de las revueltas.
Un mes antes, el 17 de diciembre de 2010, Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante, se había inmolado en Sidi Bouzid, centro de Túnez, tras lo cual se inició una revuelta que fue duramente reprimida y que dejó 338 muertos. Mohamed Bouazizi murió el 4 de enero del 2010.
Cinco años más tarde, este país es considerado un sobreviviente de la “Primavera Árabe”, ya que pese a la violencia y el asesinato de opositores, Túnez puede jactarse de haber gestado una transición a la democracia tras el derrocamiento de Zine El Abidin Ben Alí.
Después de su caída, también lo harían los regímenes de Hosni Mubarak en Egipto y de Muamar el Gadafi en Libia, que estaban en el poder desde hace 30 y 40 años, respectivamente. El primero dejó el poder tras una revuelta que dejó 850 muertos y el segundo fue derrocado tras un levantamiento en Bengasi, con la intervención de la OTAN.