Rusia lanza la Unión Eurasiática

MOSCÚ (EFE). La Unión Económica Eurasiática (UEE), un ambicioso proyecto de integración en el espacio postsoviético, comenzó ayer su andadura marcada por las dificultades económicas y el aislamiento internacional de Rusia, motor de esta agrupación, de la que también forman parte Bielorrusia y Kazajistán.

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A los tres Estados fundadores se sumarán, hoy, Armenia y, en mayo próximo, Kirguizistán, para conformar un mercado común de cerca de 180 millones de consumidores, al que podrá incorporarse cualquier país que comparta los objetivos y criterios de la UEE.

Según cálculos de los promotores del proyecto, el efecto sinérgico de la unión de los potenciales económicos de estos países podría suponer en diez años un crecimiento adicional de entre el 17 y el 20 por ciento del producto interior bruto (PIB) de cada uno de los miembros la UEE.

La integración eurasiática incluye la puesta en práctica de la libre circulación de mercancías, capitales, servicios y fuerza de trabajo, así como la coordinación de las políticas económicas.

Sectores como la agricultura, la construcción y el comercio se liberalizaron a partir de ayer, mientras que otros lo harán de manera gradual.

Los estatutos de la Unión subrayan que el proyecto es exclusivamente económico, que excluye todo componente político.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha declarado de manera reiterada que la Unión Eurasiática será una entidad de integración puramente económica y que no persigue recrear la extinta Unión Soviética.

Sin embargo, durante los dos años y medio que duraron las negociaciones tripartitas para la elaboración del acuerdo, Moscú intentó incorporar elementos políticos en el proyecto, esfuerzos que resultaron infructuosos en vista de la férrea oposición de Bielorrusia y Kazajistán.

“Es un asunto que no está en el orden del día y no hay que incorporarlo de manera artificial. No hay que crear estructuras supranacionales”, declaraba en medio del proceso negociador el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko.

El presidente kazajo, Nursultán Nazarbáyev, era incluso más claro: “Hagamos lo que pide nuestro pueblo. Lo importante es la independencia política, la soberanía y la estabilidad del Estado”.

La anexión de Crimea por Rusia y el estallido de la sublevación separatista prorrusa en el este de Ucrania reforzaron en Astaná y Minsk los recelos sobre la política de Moscú.

Pero las preocupaciones de los socios eurasiáticos de Moscú van mucho más allá y se refieren a la grave situación que atraviesa la economía de Rusia debido al desplome de los precios del petróleo y las sanciones internacionales, y al impacto que ello podría tener en sus propias economías.

Según ha admitido el primer ministro ruso, Dimitri Medvédev, existe el riesgo de que Rusia caiga en una “profunda recesión”.

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