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¿Qué pasaría si en nuestro país el partido político en el poder eliminara a todos los demás?
¿Y, si además decretara que su ideario es el único válido y todas las demás ideas deben ser excluidas, por “reaccionarias”?
¿Si el Gobierno creara una “central sindical” única, sin que los trabajadores tengan derecho a sindicalizarse?
¿Si el grupo en el poder prohibiera todo medio de comunicación independiente, imponiendo solo sus voceros, y censurara el acceso a internet?
¿Si, para salir del país, se necesitara pedir permiso a la “Autoridad”?
Cualquiera con un sentido mínimo de ética y moral rechazaría todas estas situaciones.
Basado en sus discursos, los socialistas latinoamericanos, hoy identificados con el llamado “bolivarianismo”, también se opondrían y, con toda seguridad, gritarían: ¡FASCISMO!
Pues, no. En este caso, se trata de comunismo.
Porque hay un Gobierno que aplica todas esas medidas, y más: la dictadura comunista de Cuba.
El régimen que sustenta que debe existir un solo partido, un solo sindicato, un solo líder... una sola idea.
Un solo partido
Según sus estatutos, el Partido Comunista de Cuba (PCC) es un “partido único, fruto de la unidad de la nación cubana”.
Con este sofisma se pretende justificar que si alguien desea formar un nuevo partido, atenta contra el mismo ser cubano, por ende, solo puede ser un traidor.
Y, efectivamente, como tal es tratado aquel que tenga la osadía de pretender diversidad y libertad política.
Para que no haya dudas, el PCC declara ser la “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
Pyragües
Fidel Castro creó en 1960 los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), grupos de soplones distribuidos en cada barrio, en cada cuadra, al servicio del Gobierno.
Su función es “vigilar” que no existan contravenciones a la “Revolución”.
Como ocurre en cualquier parte con los soplones, sus miembros son aborrecidos por la sociedad.
Trabajadores sin derechos sindicales
En Cuba no hay derecho a la huelga.
Los trabajadores no tienen derecho a formar sindicatos, según sus inquietudes gremiales.
Existe una única “Central de Trabajadores de Cuba” (CTC), dirigida por el régimen, y que actúa en función al régimen, pues como ya ha quedado claro, nada puede existir sin el consentimiento oficialista.
Los sueldos son miserables, y una “libreta de abastecimiento” supuestamente permite que todos los ciudadanos accedan con “socialista” gratuidad a los alimentos básicos.
Pero, no se ve en los almacenes populares a ningún pope del régimen formando cola con “su libreta”.
Además, las raciones no alcanzan a cubrir las necesidades básicas, y los cubanos pasan buena parte de sus vidas agenciándose alimentos en donde los pueden hallar.
De hecho, resulta un buen método para mantener controlada a la sociedad.
Cuando uno se pasa el día pensando cómo hacer para comer, difícilmente tendrá tiempo para pensar en derechos, democracias y libertades.